Burkina The FAQ: los tercios, me quemo los dedos - Burkina the revist

Burkina The FAQ: los tercios, me quemo los dedos

Como os dije el otro día, últimamente no doy abasto para contestar tanta pregunta. Perdonadme pero lo repito: yo no me lo sé todo… Ni mucho menos. Pero, en fin, en la medida de vuestras posibilidades, me ayudarías bastante si hicierais las preguntas en los comentarios de las entradas. Lo de escribir con el móvil lo llevo mal… ¡Y odio el puto autocorrector! Para responderos a todos, he decidido crear este BURKINA THE FAQ, siempre que me hagáis las preguntas en los comentarios de las entradas… Y que sepa qué responder. Hoy va una que, además, me ha gustado, porque me da pie a filosofar sobre los tercios de la fumada: ¡me quemo los dedos!

Ésta es la pregunta, de Vicente Hernández. Gracias Vicente.

Buenos días Javier, ¿es bueno apurar los cigarros hasta que te quemen los dedos? Sé que si están buenos, lo hacemos, pero puede ser que ese final lo estropee todo, o no. Un abrazo

Me ha gustado, además, porque me sé la respuesta: quemarse los dedos siempre es malo, pero si os los vais a quemar, tened a mano aloe vera que va genial. Te refresca y te alivia y se te pasa enseguida.

¡No os queméis los dedos!

En serio. Eso no sólo no es malo, sino que, además, es glorioso y creo que pocas cosas son tan ilustrativas del placer de fumar como esta foto:

Y aún seguí un rato. Es como cuando te comes unas pochas con almejas y, aunque ya casi has chupado el plato y está limpio, sigues pasando el pan a ver si moja un poco más.

¡Oh! Maravilloso. Las pochas con almejas de mi madre… Oh… Pocos polvos habréis echado tan intensos.

LOS TRES TERCIOS

En realidad, con un cigarro puedes hacer lo que te dé la gana. Hay mucho escrito sobre las normas del buen fumador, pero el único buen fumador es el que sabe disfrutar de su tabaco y el disfrute es algo muy personal.

Yo no sé si es verdad, pero hay quien dice que el gran Winston Churchill, uno de los grandes fumadores de puros de la historia, nunca se fumaba el último tercio de los cigarros. Y eso que el tío se fumaba todos los días media rueda. Sea cierto o no, era su forma de disfrutar el tabaco y punto.

Lo que sí es cierto es que, inevitablemente, el cigarro al final acumula más fortaleza. Hay varios factores que inciden en esto. El primero es que el tabaco se va calentando durante la fumada. Cuando más rápido lo fumes, más temperatura. Eso cambia el sabor del puro, por eso yo siempre os recomiendo que fuméis despacio. Dejad que sea el puro el que os transmita tranquilidad sin contagiarle vosotros vuestro estrés.

El segundo, evidente, es que el humo pasa por todo el cañón, desde el pie hasta tu boca, y va impregnando a su paso la tripa, que sirve de filtro para el humo. Así, el tabaco del final, el que está en la cabeza, habrá filtrado más humo que el del principio, el del pie.

Además, la saliva humedece el tabaco y lo empasta. Si eres como yo, que muerdes la cabeza al fumar, tendrás más pasta, más humedad, más fortaleza.

Y, por ultimo, tienes el tipo de corte y de formato, que contribuyen también a intensificar el sabor al final. Un corte pequeño o un formato figurado, que acaba en punta, producen un efecto embudo que hacen que el sabor se venga arriba. Un calibre fino, acumula más intensidad, mientras que un calibre muy grueso, deja pasar más aire.

Normalmente, dentro de la precisión que se puede exigir en el artesanal mundo del tabaco, las ligadas de los cigarros están calibradas para que, independientemente del cepo que tú elijas, sabor y fortaleza mantengan el mismo equilibrio. Pero no siempre es así ¿por qué? Porque tu forma de fumar influye en el sabor.

EL CIGARRO NO TIENE POR QUÉ EVOLUCIONAR

Podríamos decir más cosas, pero creo que estas cuatro son las que más influyen en que el sabor final el tabaco sea más intenso. Son factores que afectarán más o menos dependiendo de tu manera de fumar y es algo que los maestros ligadores y los grandes tabaqueros difícilmente pueden calcular o tener en cuenta a la hora de crear sus ligas, porque hay tantas maneras de fumar como fumadores.

Y todas son correctas.

Se ha dicho mucho que los cigarros buenos son evolutivos, pero eso no es verdad siempre. Hay cigarros sensacionales que no saben lo que es la evolución, ni lo necesitan. No hay que confundir un cigarro pajizo, aburrido, insulso, sin sabor de cabo a rabo, que es echar humo por echarlo, con un cigarro que mantiene su fortaleza en la misma línea, pero que te ofrece complejidad de sabores y balance. Quizá no sea evolutivo, pero es divertido y sorprendente.

Pero, aparte, por lo dicho, la evolución del sabor muchas veces viene suscitada por la propia manera en que el consumidor se fuma el tabaco y por el formato. Lógicamente, un cigarro pequeño mostrará menos evolución, o ninguna, que uno grande.

Sin embargo, sobre cigarro evolutivos, sí hay un esquema clásico que divide el tabaco en tres tercios. Me voy a flipar diciéndolo en francés: le foin, le divine et le purin.

LOS TERCIOS DEL TABACO

De nuevo, hay que hablar de formatos. Si te estás fumando una perla, un half corona o una mareva, difícilmente vas a encontrar tan bien definidos los tercios de la fumada. Al final, cada uno encuentra en su tabaco lo que le da la gana y no voy a ser yo el que venga a llevarte la contraria. Además, hay paladares y narices mucho más entrenadas que la mía.

Pero hablar de tercios en un cigarro que te dura veinte minutos…

Para encontrar seguro ese esquema clásico, hay que ir a formatos clásicos: un churchill, por ejemplo, un cepo 48 x 170 mm de largo. Ahí sí vas a notar el cambio, porque el paso de un tercio al otro no es repentino, sino que es un cambio que se va produciendo y cuyas fronteras son difusas, etéreas, como la que separa el deseo del temor, que no queda nunca muy claro cuánto tememos lo que deseamos ni cuánto deseamos lo que tememos.

Si eres demasiado esquemático y tu mente tiende al análisis metódico y a la certidumbre de la matemática, con el tabaco se te va a romper el logaritmo neperiano en dos. Puedes coger una regla y medir un churchill y hacerle dos muescas con un rotulador, una a los 56 mm y otra a los 112 mm, y esperar a que, pasada esa línea, al tabaco le dé por cambiar.

Vas dado.

La evolución por tercios se percibe en un momento de iluminación, cuando estás fumando sin prestarle toda tu atención al cigarro, y de pronto te das cuenta de que ha cambiado. ¿Cuándo? Cuando le sale al puro de los cojones. Se dicen tercios, porque, en general, se perciben dos grandes cambios, pero no responden a un medida matemática.

JUVENTUD, MADUREZ Y VEJEZ

Los franceses, que de poner nombre a los sabores saben mucho, los llaman le foin, el heno; le divine, el divino; y le purin, el estiércol. A mí me gusta más llamarlos la audacia, la complacencia y la profundidad, características que definen perfectamente la evolución sensata de un ser humano.

Un cigarro de formato churchill va a ofrecer sabores más audaces, ciertos picantes (a veces muy picantes), maderas, dulces contenidos y amargos vibrantes al principio de la fumada. El cigarro está en su juventud.

En el segundo tercio, llega la madurez, que es más complaciente, más cremosa, más untuosa, el sabor se alarga, se vuelve más redondo y sabio. El dulce es diferente, más quemado, la madera más noble y el amargo, menos vivo.

En el último tercio, el tabaco aprende a contemporizar, a relativizar, se conoce a sí mismo y, en cierto modo, se vuelve más desinhibido. Es la vejez, cuando uno es más consciente de lo que ha hecho para llegar ahí, más profundo y, quizá por que ya queda menos para el final, más intenso. Los sabores se vuelven más oscuros, menos dulces, los amargos son untuosos; te enseña cosas, como que el dulce es para los niños y el amargo, sin embargo, es un sabor que se aprende y se valora con la edad.

Si un cigarro, durante un hora o más, te hace esta fiesta…

O esta…

Quémate los dedos, claro. Achichárretelos. Y ten a mano el aloe vera.

Espero haberte respondido.

2 comentarios de “Burkina The FAQ: los tercios, me quemo los dedos

  1. Miguel dice:

    Unos amigos fumadores, entre los que me encuentro, lo bautizamos como «uñismo» (no recuerdo quién fue el autor del término) y no hay mejor señal de que ese cigarro ha sido apoteósico.
    Para nosotros es toda una religión.
    Saludos y mi más sincera enhorabuena por la labor que realizas en la web.

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