Cuando, en su día, me pareció tan buena idea, ésta de compartir con vosotros a principios de mes mi cigarro más satisfactorio del mes anterior y hacerlo visible en condiciones de ventaja como homenaje, no pensé que me vería en tal aprieto. Sólo me obligué a una fecha, una aproximada, porque ya sabéis que en Burkina [J’Adore] The Revist todo es impreciso, inexacto y, por tanto, imprevisible: más o menos, en la primera semana del mes siguiente debía decidirme y publicarlo. Me inventé una mecánica: fotografiar cada puro que me fumo y guardar la anilla de aquellos que pudieran llegar a ser premiados como «Cigarro del mes» pegaditos a la balda de mi mesa a la altura mi mirada, al alcance de mi memoria… Y, así, ir mascándolo, sopesando mi decisión…
La decisión es peliaguda porque a uno le gusta ser justo y valorar todos los muchos factores que hacen que un cigarro sea extraordinario y digno de ser recordado, por haberte dado de verdad un ratillo de felicidad, sin dejar de lado todos aquellos aspectos técnicos, digamos, de construcción, equilibrio, sabor, aroma, combustión, fortaleza… Que, por supuesto, son imprescindibles para resultar premiados.
Pero, en mi forma de ver las cosas, como quedó claro en la entrada «Davidoff, en buena compañía«, ni la sabiduría del mejor cosechero, ni la habilidad del tabaquero más diestro, ni la seriedad del fabricante más honesto, son suficiente para que el cigarro resulte ese instrumento de belleza que alarga el tiempo del fumador, lo hace tangible y espeso. Hay que ver el lugar donde se fumó, las condiciones, la compañía, la charla, el maridaje, la comida, la gripe, la chincungunya, la presión de esperma… En fin.
Ya tú sabe.
Y no es nada fácil, porque, como veis, en esa balda que me queda justo a la altura de los ojos, hoy tengo pegadas ocho anillas, aunque debería haber nueve, porque una no me la pude traer a casa. Elegir supone descartar y a esa dilema nos enfrentamos todos los fumadores, a diario, cuando buscamos entre nuestras pequeñas joyas el puro adecuado para hacer que la ocasión sea especial.
Sin embargo, hay un factor definitivo que me ha hecho decantarme por Cohiba Espléndido como cigarro del mes de marzo de Burkina [J’Adore] The Revist.
Es un factor esencial, una virtud que adorna a un gran hombre y a la mayoría de los fumadores de puros que conozco (a alguno, no, ni aunque se fume diez cigarros al día). Hablo de la generosidad y, por supuesto, de José Martínez Franco.
Es un tipo espléndido, como el cigarro. Vitola de galera Julieta nº2 (178 mm x 47)… Digo el Cohiba, no Pepe. A Pepe de vitola de galera lo veo más Montesco (130 mm x 55). Una elegantísima julieta, formato por desgracia en bastante desuso, que ofrece entre una hora y una hora y media de Cuba, Cuba, Cuba, por 33’50 euros en estanco (a 5 de abril e 2019, pero puede variar).
Pepe recibió en el mes de marzo, después del XXI Festival del Habano, la caja que Corporación Habanos le regala cada año por tener el título de Hombre Habano al Comercio Detallista, si no recuerdo mal (y ya, si eso, Pepe me corregirá) del año 1999. Hace dos décadas ya que el Festival del Habano señaló al hoy Bohío de Magallanes como la mejor tienda de habanos del mundo.
Del mundo, repito.
Un honor que sólo tres estanqueros españoles tienen: Pepe, mi muy querido e imprescindible amigo Jesús Llano, de Cardenal Cisneros, y Ricardo Aranburu, de Irún. Ricardo padre, que por desgracia murió al poco de recibir su merecido premio. Estos tres estanqueros fueron señalados por Habanos por sus instalaciones, seguro, pero también por su entrega al tabaco cubano, su profesionalidad y (la palabrita que si no la dicen no es Cuba), por la excelencia en la calidad.
Dicho así: «ecselensia».
Así que Pepe, recibe su caja de Espléndidos y, como, repito, es un hombre generoso, empieza a montar la alineación titular de afortunados que van a tener la fortuna de darle candela buena a la julieta.
Llama a Tomás Gómez, de la calle Miguel Ángel, otro imprescindible en Burkina, y le dice: «Prepara la mesa del paso de Avutardas, llama a los muchachos de Buenos Humos, que voy con lo gordo«.
Es decir, «con lo espléndido».
Y remata: «¡Ah! Y llama a Javier, que se venga también«.
Así que pierdo el culo por ir, no puedo decir otra cosa. Pepe llega a la terraza donde, normalmente, los viernes como hoy, se junta Buenos Humos, y planta su caja de Cohiba Espléndido encima de la mesa. Esta caja:
Que, como podéis ver, después del reparto, quedó con este aspecto un poco desangelado de postre a medio comer. Del cigarro, ¿qué puedo decir que no se haya dicho ya? Es la línea más clásica de la marca de cigarros más prestigiosa del mundo, un sabor cubano, aroma a mogote, a Valle de Viñales, con una fortaleza media y una bocanada generosa, como Pepe, espléndida, como su vitola de salida, cremosa, amaderada, dulce y persistente, con un gran (perdón, pero este es el término exacto de lo que quiero decir y no hay palabra en castellano), con un gran bouquet (o buqué).
Estaba perfecto de construcción, tiro, equilibrio y bien lleno de tabaco y pasé tan buen rato, con los Luises, Javi, Valentín, Emilio, Tomás, Pepe… Perdonadme porque me olvido de alguien seguro, que me vine arriba (raro en mí) y me lancé a tomarme un ron ligero cubano sin hielo para transportarme a La Habana, al recuerdo que tengo yo de esa ciudad deslumbrante de encanto derruido, con su carrera de autos viejos, los trozos de hormigón arrancados por el mar sobre el malecón y el Morro mandando en el paisaje y vigilando la bocana del puerto.
No fue un cigarro. Fue un billete de avión. Gracias Pepe. Gracias, Tomás.
VegaFina Gran Reserva 2019
«¡Mala hoja!», digo, pero ¡»Buena compañía!». En breve, no sé cuándo, publicaré la entrevista que le hice a Alfonso Mateo-Sagasta, escritor, autor, entre otras, de «Mala hoja», la novela que todo fumador debería leer porque, como algunos rones, está pensada para disfrutarla mientras se fuma el cigarro perfecto y porque en su construcción, para que queme bien, regular, sea compleja y llena de matices y desemboque en un final pletórico, Alfonso no ha escrito una novela: ¡ha escrito cuatro! Sólo por eso, porque la construcción de esta historia de amor con fondo tabaquero, en el que se habla de la creación del cigarro perfecto en la Cuba del XIX, ha sido tan compleja como la fabricación de un tabaco premium, ya merece la pena comprarlo y leerlo. De verdad que os va a gustar. Editorial Reino de Cordelia.
Quedamos en Pasión Habanos para hacer la entrevista y, a pesar de que parece que lo suyo es fumarse un habano, me lo vais a perdonar pero yo llevaba dos VegaFina Gran Reserva 2019 que tenía que probar y aproveché para compartirlo con alguien que pensé que los iba a apreciar. Lo acaban de lanzar y recuerda que Burkina [J’Adore] The Revist ha sido el primero en contártelo 😉 AQUI.
Las ediciones especiales y limitadas de VegaFina están resultando ser una alegría tras otra: tanto Alfonso como yo quedamos seriamente impresionados por las prestaciones del tabaco, maravilloso, dulce, complejo y con una fortaleza media muy sabrosa. Alfonso, además, flipó porque mi David Cagigas se llevó el puro a su cueva para olisquearlo con ese morro tan fino que tiene y traernos el trago perfecto. Yo ya estoy acostumbrado a la genialidad de David. A Alfonso, creo, no le costaría mucho acostumbrarse tampoco.
El Gran Reserva 2019 de VegaFina, por 7’50 euros, es una invitación a fumar en primera división. La pena es que como soy tan gañán, le saqué una foto a la botella que nos trajo David y en un acto de estupidez digno de mí, he borrado todas las fotos del móvil. Así que, cuando David lea esto, en un comentario será tan amable de recordarme el nombre de ese maravilloso elixir con el que, como siempre, nos sorprendió. Una cagigada en toda regla.
Buen tabaco, un trago fantástico, un par de amigos, buena literatura…
Davidoff Winston Churchill The Traveller E.L. 2019
No sólo lo publiqué, sino que en esta misma entrada he enlazado el post donde hablaba de él como el cigarro perfecto. Lo fumé con David Blasco, de Momento Humo, en ARGO, y ambos quedamos gratamente sorprendidos y satisfechos. Como os he dicho, lo resumo en esta entrada.
David perdió sus anillas y, al parecer, le gusta quedárselas así que le regalé las mías, razón por la cual no están pegadas en mi balda. Sale a la venta ahora, la semana que viene o la siguiente, a un precio de 16’90 euro el cigarro, pero este es el típico puro que yo os recomiendo que compréis la caja entera, por 169 euros. Son diez tabacos en un pequeño humidor forrado de cuero azul muy elegante. Y es un purazo.
Las gafas, la pluma, el pendrive y el mac no están incluidos. Son atrezo.
Hola Javier, te sigo desde hace poco y me encanta como escribes. Soy fumador novel de puros y quería preguntarte si sería posible que escribieras sobre cómo poder identificar un Cohiba original de uno falso. De dónde salen estos puros con qué tabaco se elaboran y si presentan algún tipo de riesgo adicional para la salud. Gracias y un saludo.
Claro, Ángel, no sería la primera vez… Dame unos días, es lo único que te pido, porque ahora estoy a tope. GRacias a ti. UN abrazo