Cómo se corta un puro (II) - Burkina the revist

Cómo se corta un puro (II)

¡Regreso! ¡Y qué gran satisfacción es cumplir con la palabra dada! Segunda entrega de «Cómo se corta un puro (II)», un título anodino pero que es súper SEO. El SEO, amigos, es una forma de esclavitud moderna. Lo llaman civilización, pero es servidumbre. Esto es de Tácito, de la vida de su suegro, Agrícola, que me gusta un latinajo metido con calzador: «Humanitas vocabatur cum pars servitutis esset«.

El corte, hoy, plano. La semana pasada os hice una introducción, hablamos del corte a uña y del corte a tijera, que es el más elegante y preciso (siempre que la tijera esté bien afilada) y os recordé que la primera condición para hacerle un corte canónico al cigarro es tener claro cómo lo quieres hacer y darle sin dudar. Con decisión y contundencia. ¡CLACA!

Además, subí no uno, sino DOS vídeos. Estoy que me salgo.

Creo que habrá otra entrega más o, incluso, dos más. A ver si puedo. Pero hoy vamos a hablar del corte plano que, en mi opinión, es el más natural tanto para cigarros rectilíneos (parejos) como figurados y doble figurados. Por si alguno es nuevo, pero nuevo, nuevo, en el mundo del tabaco… ¡Bienvenido al mundo de los puros! Ponte cómodo. Estás en tu casa. Esta imagen te ayudará a comprender qué es un cigarro parejo (o rectilíneo), un figurado (una punta) y un doble figurado (dos puntas):

Para los tres, el corte más natural es el plano.

LA HERRAMIENTA

Antes de cortar, hazte con una buena herramienta. Muchos fumadores van por la vida desarmados porque saben que siempre hay un colega con un buen instrumento que se lo va a prestar. En mi opinión, es muy importante hacerte con tu propio cortador y familiarizarte con él. Están los de publicidad, que suelen ser de plástico, de muy variadas formas y colores. Te sacan de un apuro, pero no son muy fiables. Lo normal es que la cuchilla se acabe mellando antes o después o, lo que es peor, que el mecanismo se atasque y vaya a tirones, con lo que te puede pasar lo peor, que es un corte a trompicones. Ese corte por fascículos va a ser fallido siempre. Hazme caso: antes de usar un cortapuros, comprueba que la guillotina desliza bien, suavemente y que puedes cortar la perilla de una sola vez.

Piensa en la escabechina que habría sido la ejecución de María Antonieta si la guillotina no hubiera bajado de una vez, ¡chasca!, o si no hubiera estado bien afilada.

Como veis en la foto, los hay de muchas formas y colores. Yo los prefiero de doble asa, porque me parecen más cómodos y, además, puedes calibrar bien el corte. Hay dos, el de Condega y el que está sobre el de Pasión Habanos, que, si os fijáis bien, tienen un tope. Se llaman PERFECT CUT. Es discutible, pero el tope te ayuda a darle la medida justa, que es poco. Para empezar y coger confianza, no están mal, pero esto funciona al revés: eres tú el que tienes que aprender por dónde te gusta cortar el cigarro. Sí son útiles para que los que os estáis iniciando os empapéis de un principio, en el que voy a insistir, porque es importante: corta poco. Quita sólo la tapa, la perilla, y nada más. Porque, como decía la semana pasada, si cortas poco y te sale mal, puedes rectificar.

Ahora se están poniendo muy de moda las navajas. Son muy chulas, y yo soy muy navajero, pero requieren un nivel de pericia superior. Se venden en estancos. Las de Miguel Barbudo a mí me encantan. Son una pasada. Cien por cien artesanales. Hechas una a una. Están a la venta por internet en Magallanes

Esta foto la hice en su taller, en la sierra de Madrid. Las hace con la forja de su abuelo. Ernest Zacarías, el Mandaloriano del Tabaco, le dedicó en su día un capítulo de «Un país para fumárselo».

Tienes que aprender a usarla, desde luego, pero es una navaja para toda la vida. El truco está en que sólo tiene filo por un lado del cuchillo, lo que lo hace más práctico. Eso sí, antes de colocar a María Antonieta en el cepo, asegúrate de que está en el lado de la cuchilla que corta…

Hay otras marcas, que también se venden en estancos, como Les Fines Lames.

Lo esencial es que estén bien afiladas, que te permita hacer el corte de una vez y, sobre todo, recto. Con la navaja, además, se puede cortar el cigarro como lo hace Alex Cigar Dandy, a quien os recomiendo que sigáis en Instagram. Es un virguero. Ese corte que le da él a navaja al cigarro, con mucho cuidadito y tiento, es muy chulo. De nuevo, sólo la tapa.

CORTE RECTO

Además de cortar poco, el corte plano requiere ser preciso y hacerlo recto, paralelo al pie del cigarro. Tanto para parejos como para figurados y dobles figurados. En el caso de los parejos, un corte torcido puede provocar que el tabaco queme más de un lado que de otro. Tampoco hace falta que salgas de casa con un plomo y una radial. Si sale un poco desviado, no pasa nada. A mí me pasa muchas veces, sobre todo cuando hay poca luz. Mi vista ya no es la que era.

Aquí un vídeo ilustrativo: chupar un poco la cabeza, colocar el cigarro bien para que vaya recto y apretar con decisión. No soy Alex, pero tengo mi público también, mi charme.

Ese corte recto es el más natural, como digo, para cigarros parejos porque abre el tiro lo necesario. Ni más, ni menos. Lo justo, siempre que levantes sólo la tapa. En ocasiones, te puede pasar que si el cortapuros no está bien afilado o si el cigarro está demasiado húmedo, con la presión del corte se puede apelmazar el tabaco de la cabeza y dificulta el tiro. Si, después de cortarlo, lo llevas a la boca y notas que el cigarro se resiste un poco a la calada, puede ser que el problema sea que le has dado un mal corte. Solución: corta un poco más. ¡Un poco!

Un mal corte puede taponar el tiro, pero a veces sucede simplemente que el tabaco está mal hecho. No tiene tiro y no lo va a tener ni aunque acabes cortándolo en rodajas finas, como el chorizo del pueblo. No tiene remedio. Eso lo comprobarás en el momento.

DOBLE CORTE

Para los figurados y los doble figurados, también tengo un vídeo. De un Ramón Allones Allones nº2 Edición Limitada 2019, riquísmo, con actuación estelar del Asesino Despiadado.

En el vídeo veréis que primero corto poco y recto, paralelo al pie. Eso me permite, a mitad de la fumada, darle un nuevo corte al cigarro para que se renueve. El corte de un cigarro está en relación directa con el nivel de intensidad, sobre todo al final y sobre todo con los figurados. Es fácil de comprender, porque es como una chimenea: si abres mucho el tiro, entra más aire; si abres poco el tiro, entra menos aire. Con menos aire, quema más despacio y, además, por el efecto embudo de la cabeza terminada en punta, se va acumulando sabor.

La técnica del doble corte (o triple, no hay una norma) libera el cigarro y lo renueva completamente, pero no es obligatorio. Si a ti te gusta que el tabaco se vuelva un poco más espeso de sabor, sigue sin cortarlo hasta el final. Si le das el doble corte, lo que consigues es airearlo un poco, oxigenarlo, y que se renueve. Para un cigarro nuevo, de hecho.

Como dije la semana pasada, y volveré a decir la que viene, la técnica del corte es muy personal. Cada fumador debe encontrar su manera. Estas que os propongo hoy, a mí me valen y son las que yo uso, pero no quiere decir que sean las buenas, las mejores, las canónicas. Hay tantas maneras de cortar el cigarro como fumadores y lo importante es aprender a disfrutar del tabaco como más nos gusta.

La semana que viene, más. O dentro de quince días.

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