Burkina es un blog meramente personal y no trata de dar información objetiva, sino una opinión: LA MÍA. De Txitxi&Nabo, como decíamos en Wells&Bea-Murguía, es decir: buena, regular, mala, basada en mi pobre criterio, en mis gustos, en mi experiencia, en mi retorcida forma de enfocar la realidad. Por tanto, todo lo que diga es subjetivo y puede ser usado en mi contra en un juicio.
¿Vale? Lo asumo. Ya dije el otro día que en «Burkina, el muerto se paga«.
Así que no voy a esconder que siento un enorme respeto por la gente de Davidoff.
Ya lo tenía antes, pero ahora que puedo presumir de que su máster blender, Eladio Díaz, me honra con su amistad, profeso más respeto y más consideración y guardo en mi disco duro, en la sección de «recuerdos inolvidables», los ratos que he pasado en el porche de su casa fumando un cigarro suyo, sin anilla, con Daniel Núñez y Ernesto Pérez Carrillo.
Allí, espectador de tribuna preferente, aprendiendo boquiabierto de la gente que sabe sin necesidad de tener que demostrarlo a cada palabra que sale de su boca e interviniendo, claro que sí, con mucho morro, porque soy un descarado y un jeta y porque, como bien me enseñó mi maestro Raimundo de los Reyes-García «Tengo derecho a equivocarme«.
Davidoff está entre los fabricantes de cigarros más serios, honestos y rigurosos que yo conozco. ¡Y he visitado algunas fábricas ya! ¡En bastantes países distintos! ¡Y todos son la pera! ¡La pera limonera y la repera María Elena! ¡Todos únicos! ¡Todos hacen la leche en verso! Pero que de verdad hagan lo que dicen que hacen… ¡Todo lo que dicen que hacen!
¿Les he contado que ayer arreglé el telefonillo de mi casa? Sí. Yo solo.
Estamos en el mundo vivo del tabaco donde, como decía la mamá de Forest Gump, nunca sabes lo que puedes esperar. ¿Verdad? Una caja de cigarros es como una caja de bombones. Al fin y al cabo, es un producto artesano y el error se perdona, porque entra dentro de esa magia especial de la tabaquería, ¿no?
Para mi gusto, la única puta mierda de cigarro, de verdad, es el que no tira. Ese que, además, es como un gatillazo (comparo de oídas, por lo que me han contado): tú vas con todo tu ímpetu a darle candela y ¡agua! Una hez seca de perro se fuma mejor. El esfuerzo denodado, cercano al ictus cerebral del chupón (ahí dejo una idea para una advertencia sanitaria que sí tendría sentido) es en balde.
Cuando el cigarro no cumple con su función principal, que no es adornar la mano con su brillante anilla, sino aportar aromas y sabores a nariz y boca, dotar de atmósfera una sobremesa, acompañar una conversación, engrasar una amistad o buen un trago o fijar un instante de placer en la memoria para siempre, entonces sí, se llame como se llame, es una puta mierda de cigarro.
Objetivamente. 
Davidoff Escurio Robusto tiene, para mi gusto, la desventaja de un cepo 54 innecesario del todo, excesivo para un robusto. Nunca he entendido qué dificultad hay en que los principales fabricantes de cigarros premium acuerden de una vez un estándar para las medidas de las principales vitolas, pero aparte de eso (que ya no sabe uno si un robusto son 50 o 54 de cepo), entiendo que los cigarros se fabrican para lo que pide el fumador (vago) de hoy que pulula por el mundo.
No para educar su gusto, sino para darle satisfacción. Pues vale.
Como ya he dicho, en otra entrada, me niego a fumar nada superior a cepo 48 (salvo por exigencia del guión), lo que pasa es que en la nueva serie Escurio de Davidoff, el cepo mínimo que hay en España es 50 (el del Petit Robusto).
Y después está el Gran Toro con su cepo 58. Te lo venden con unas tijeritas para las comisuras. Un cepo 58, ustedes me van a disculpar, pero no se chupa: se mama.
Estos cepos no son para mí, repito. A ustedes les gustan. Perfecto. Libertad absoluta en el mundo de los cigarros. No encuentro nada criticable en eso. A mi buen amigo Miguel Ángel Barreda, estanquero de Clara del Rey (Madrid), le encantan. Y es un hombre con muy buen criterio ¡y del Atleti!
Yo podría apuntarme más al Escurio de Davidoff con un cepo más fino o, al menos, con una labor figurado (una pirámide o un salomón, como el de Davidoff Nicaragua, que por cierto, es ¡tremendo tabaco!).
Por el lado bueno, pero no bueno, buenísimo, Davidoff hace una oferta nueva de sabor en su empeño por demostrar que su marca no está relacionada con una denominación de origen concreta, ni pasada ni presente, sino con una forma de entender la vida: «el tiempo es el último lujo«.
Me encanta ese lema.
La calidad del cigarro está fuera de toda duda y su categoría es súper premium: vale el dinero que se paga por él y dejémonos de comparaciones. Yo he estado en su fábrica: esa capa de Ecuador, de semilla habano, colorada, brillante, grasa, perfecta pertenece toda al mismo corte de la planta. No sólo a la misma planta, ni a la misma tierra: ¡al mismo piso foliar! Me apuesto el brazo derecho.
Porque una caja de puros no tiene por qué ser una caja de bombones ni una sopresa tras otra por ser un producto artesano o vivo. Para eso está Eladio Díaz: para conseguir regularidad y consistencia en el tabaco, desde que se siembra hasta que llega a sus labios. Año tras año.
Eso sí que es magia.
Davidoff Escurio Robusto propone una dulzura distinta, desde antes de encenderlo, con un picante muy sabroso que da paso a sabores tabaqueros más habituales. Yo os recomendaría que no le hicierais un corte demasiado grande, para que acumule un poco más de fortaleza en la cabeza. Aunque el cigarro está por encima de la fortaleza que tradicionalmente se le atribuye a Davidoff.
Cuarenta y cinco minutos de fumada deliciosa con un sabor nuevo, venido de Mata Fina, Brasil, con tripa eminentemente de tabaco dominicano, del valle del Cibao que es, por cierto, el mayor tabacal del mundo.
Pruébenlo que merece la pena.
DAVIDOFF ESCURIO ROBUSTO
Longitud: 114 mm
Cepo: 54
Tripa: Valle del Cibao (RD), Mata Fina (Brasil)
Capote: Mata Fina (Brasil)
Capa: Habano (Ecuador)
Categoría: 1 – Puntuación – 8’5.
Punto fuerte: Una oferta nueva de sabor, con enorme garantía de calidad, que deben aprender a disfrutar y valorar por lo que vale.
Punto débil: demasiado cepo (para mi gusto).
¡SAMBA! VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL
Me tienes enganchado, me voy ahora mismo a mi humidor a encenderme un bombón. Gracias por la provocación.
De nada, Forest!
Excelente artículo. Enhorabuena Javi. Un abrazote!
Pues no se puede añadir mas, ni menos, referente a los cepos gruesos, son tendencias y modas de mercado, pero todas las modas son cíclicas, y fijate por donde, el próximo «bombón que te deslice por tus labios» cuando te vea, querido goloso, será una mareva .
Saludos y montañas de buenos humos.
Yo no tengo nada que comentar que, como me dijo mi padre «cuando tengas delante tuyo a alguien más viejo, más listo o más sabio…cállate la boca y escucha…pues le harás un favor y aprenderás por el camino»
Pingback: Y de manera totalmente desinteresada, como tiene que ser – BURKINA J'ADORE
Algún comentario sobre las notas principales conforme avanzan los tercios. Gracias por adelantado maestro.
Hola Chano, lo de maestro, je, dejémoslo para Obi Wan Kenobi. Yo nunca he creído mucho en los tercios de los cigarros porque me parece un poco convencional. Quiero decir, parece como si existiera una especie de línea a partir de la cual el cigarro cambia y no es necesariamente así. Hace mucho que fumé mi último Escurio. Ahora, cuando busco un Davidoff prefiero el Nicaragua que es, en mi opinión, un grandísimo tabaco. No obstante, Davidsfoff suele hacer cigarros muy consistentes, muy bien hechos, muy ricos… Pero con poca evolución. Saben igual de principio a fin, algo que no gusta a mucha gente. Yo sostengo la teoría de que hay muchos factores que influyen en el sabor del puro y su evolución y que son ajenos al tabaco: el corte que le des, tu forma de fumar, si muerdes el cigarro, lo que hayas comido, lo que estés bebiendo… un abrazo