La Epopeya del Toro Dorado - Burkina the revist

La Epopeya del Toro Dorado

Como os dije ayer, en el podcast, aún tengo que contar una cosa más de Procigar: la Epopeya del Toro Dorado. Le pongo este título porque Marco Torres, de Wacota Humidores, me ha pedido que os lo cuente en plan gran aventura y, la verdad, no creo que haya sido una cosa extraordinaria. Al menos, yo no lo veo así, por lo que no descarto en algún momento retorcer un poco la verdad, al modo de los cronistas antiguos, para que aparezcan Jasón y Medea y el Gran Festival del Tabaco de la Cólquide.

Y los Argonautas fumando La Flor Dominicana en la cubierta.

Para epopeya, si no, no va a dar, Marco. Algo así como… Estaba yo en mi casa, con mi fiel Cerbero rebañándose los restos de la cierva de Cerinia, cuando Mercurio, el mensajero, se presentó en mi hogar con sus sandalias aladas (que no se puede ser más hortera) y su bigote y me dijo:

I want to break free!

Vale, Freddy, tronco… ¡Qué susto! ¡Ya te vale! ¡Y suelta la aspiradora, tío, que ya está limpio!
Marco Torres tiene un problema – me avisó, una vez que dimitió de su berrea y soltó el plumero amarillo.
– ¿Que Marco tiene un problema? ¡Tú no te has visto!

Marco estaba agobiado porque La Flor Dominicana, la marca de tabacos de Litto y Tony Gómez, con buen criterio, ha contratado a Humidores Wacota para un encargo muy especial: The Golden Bull, el humidor para la subasta de la cena de gala de Procigar. Una pieza única por el que un coleccionista, una tienda o un particular va a pagar mucho, pero mucho, dinero.

Un verdadero lingote de oro:

Tuve que llamar a mi mujer porque no encontraba la piel del león de Nemea y yo nunca salgo sin ella en invierno. Me hace invulnerable al frío.

¡Está limpia y planchada en su armario! – me dijo en plan Megara enfurecida.

THE GOLDEN BULL

Voy a dejarme de epopeyas que me eternizo. Me siento un poco forzado a contarlo porque, la verdad, yo tampoco creo que sea nada extraordinario. Nada que no hubiera hecho cualquiera por un amigo. Me llama Marco el jueves o el viernes antes de Procigar y me dice que tiene un problema.

Soy tu hombre – le contesté yo sin darle pie a que explicara la naturaleza de su problema.

Eso es lo que hacen los amigos ¿no?

The Golden Bull ha sufrido un pequeño imprevisto y Tony Gómez prefiere que no se lo envíe para Dominicana en un servicio courier urgente.

Este es Tony. El de barba. Con su pareja, que se llama Mina.

Tony prefiere una mula dé más confianza, para evitar cualquier maltrato a la pieza, que es delicada, y para no andar demasiado pendiente de los plazos de entrega. El humidor The Golden Bull tiene que estar listo, y lleno, el 25 de febrero por la noche, en el Centro Español de Santiago de los Caballeros, para la subasta de la cena de gala de Procigar.

En su interior, cien tabacos muy especiales: La Flor Dominicana Andalusian Bull, pero en formato lonsdale… ¡Cervantes!… de 158 mm x 41. Estas bellezas:

Como la mula no podía, porque salía el mismo sábado para allá y no daba tiempo, Marco se buscó un borrico.

Soy tu hombre – le dije sin saber si me cabría en la maleta… En realidad, ni siquiera había pensado qué maleta iba a llevar… Tuve que llamar a mi mujer…

Venga, no… Ya paro. No me quiero pasar que luego os pensáis que soy idiota. Y es verdad, soy idiota, pero no quiero que lo penséis.

ANDALUSIAN BULL

Voy a suponer que todos conocéis ya La Flor Dominicana Andalusian Bull. Un tabaco categoría VSOP (Very Special One). La P me sobra, pero queda guay.

Es el tabaco más escogido de La Flor Dominicana hasta el punto de que se puede considerar casi, casi una edición limitada continuada, un concepto que me acabo de inventar, pero que creo que refleja la esencia de un reducido puñado de cigarros excepcionales que escasean en los mercados, porque están ligados con tabacos tan seleccionados, de una calidad tan difícil de conseguir, que sólo se fabrican cuando hay existencias.

Y, si no, no se fabrica. Aunque haya mucha demanda. No se cubre.

Una capa Ecuador que parece una manta castellana, impresionante, leopardada y grasa; capote y tripa dominicanos, con tabacos de la finca La Canela. Andalusian Bull es un figurado peculiar, irregular, una pirámide de aristas redondeadas, homenaje de Litto Gómez a su país de nacimiento, España, con unas medidas de 165 mm x 64. Tabacazo que si no has probado aún, debes y que se vende en las cavas españolas (cuando hay) a un precio de 24’00 euros por tabaco (precio a 23 de marzo de 2022, pero podría variar).

Cigarro del año en Cigar Aficionado en el año 2016:

CIGAR AFICIONADO – TOP 25 – AÑO 2016

Un tabaco para una gran ocasión o, mejor dicho, un tabaco que hará grande cualquier ocasión.

PARA UN GRAN OCASIÓN

Pero, como digo, dentro del «The Golden Bull» no iba ese formato pirámide desgarbada, sino los cervantes, que no se comercializan (al menos en España), porque son los que fuman ellos. Eso les suma un punto de emoción siempre. Dos puntos más por mitomanía: son del humidor de Tony Gómez y no se pueden comprar.

Y… Bueno… Yo tengo cinco ejemplares.

NO ANTICIPAR ANSIEDAD

Yo no anticipo ansiedad. Cuando preveo que puede haber un problema, lo espero, respiro, pienso y resuelvo… O aprendo a vivir con ello. Marco no es así. Ya nos conocemos desde hace años. Bajo su aparente tranquilidad, su manera de hablar siempre pausada, su carácter templado y equilibrado, esconde un abigarrado nudo de nervios.

Y yo soy todo lo contrario.

Me doy cuenta de que, inconscientemente, por mi forma de ser, quizá fui hasta un poco cruel con él. Le solté un «Marco, no te preocupes, soy tu hombre» y el que se despreocupó por completo fui yo. Tengo mis razones. Ese fin de semana, mis suegros celebraban sus bodas de oro y no estaba para nada más.

Pienso ahora en el pobre Marco dándole vueltas a su problema durante tres días sin obtener una respuesta más concreta por mi parte. Haciéndose preguntas circulares, trazando planes D (os recuerdo que yo era ya el plan C), mascullando maldiciones, pensando en por qué cojones el gilipollas de Javier no mide su puta maleta, como le he pedido, para saber si le va a caber o no el humidor.

¡De una vez! Yo estaba a otra cosa. Tengo la pésima costumbre de hacer mi maleta media hora antes de la salida, nunca antes (cosa que a mi mujer le saca de quicio), y no es que no sepa qué maleta me voy a llevar: es que ignoro por completo con qué maletas cuento. Además, le presté el metro a un amigo y me lo devolvió antes de ayer.

Pero le dije a Marco «¡Cabe, hombre, no te apures!» porque a Procigar, de ida, siempre llevo la maleta medio vacía desde que en mi primer festival tuve que abandonar unos zapatos en Santiago de los Caballeros para poder encajar el imposible tetris del alijo de puros que traía de vuelta.

Mídela – me dijo Marco -, y si vemos que no va a caber, te compro yo otra maleta.
– ¡Que no, Marco! ¡Que cabe! Tú vente el lunes a casa con el humidor y verás como no hay problema.

THE GOLDEN BULL BIEN EMBALADO

El lunes por la mañana, se me presenta Marco en casa con The Golden Bull en brazos, bien embalado y protegido, con doble capa de papel burbuja y una sonrisa. Es buena gente, Marco. No me hizo ni medio reproche. Además, había dispuesto ya mi maleta bien abierta (y vacía) en la mesa baja del salón, para no perder un segundo más, aunque cuando lo vi entrar… Con aquello tan grande…

Me dio la risa. Marco mudó el gesto.

¿Cabrá? – me preguntó asustado.
Que sí, coño, Marco. No te agobies. Cabe de sobra. Mira.

Y, como le había asegurado diez veces, repetido y vuelto a repetir, The Golden Bull entraba en la maleta como el pie de la Cenicienta en el zapatito de cristal. Perfecto. Ni más ni menos. No quiero exagerar (más). Hasta sobraba espacio por los lados, arriba y abajo y yo nunca llevo mucha ropa. Si uso esa maleta tan grande es, como he dicho, por la vuelta.

Te compro otra maleta – insistió Marco, cuando vio que, efectivamente, The Golden Bull ocupaba el 90% de mi capacidad.
No te preocupes, que a mí con dos calzoncillos y un cepillo de dientes me da para toda la semana y los puedo llevar en el equipaje de mano…

Además, Marco no contaba con la magia de mi mujer para administrar espacios. Que conste que, como tiene que ser, yo me hago mi maleta, pero para un apuro, la visión volumétrica y el análisis tridimensional del espacio de una mujer segoviana es muy útil. ¿Recordáis la parábola del ángel y San Agustín de Hipona? ¿Aquel niño que estaba intentando meter todo el agua del mar dentro de un hoyo que había cavado en la arena de la playa? «Imposible«, le dijo San Agustín.

Pues porque no era segoviano. Si hubiera sido de Segovia, os digo yo que entra la mar océana enterita en el hoyo y aún le sobra sitio.

Ahí lo tenéis. Esto ya es el martes antes de salir de casa. Maleta cerrada y, encima, The Golden Bull más protegido, totalmente abrigado por mi ropa, por arriba, por abajo y por los cuatro lados. Y aún me sobró ropa. Os lo juro. Llevé ropa a Dominicana que ni siquiera me puse.

Ropa que ni siquiera sabía que era mía.

El problema… Porque sí que había un problema… Era otro.

LA SEGURIDAD DEL AEROPUERTO

Como os he contado, el lunes por la mañana, un día antes de mi partida hacia República Dominicana, se presenta en mi casa Marco Torres con una sonrisa de alivio y con un paquete enorme (que no es lo mismo que enorme paquete), perfectamente cerrado y embalado, para que yo lo meta en mi equipaje.

Escucha, Marco -le dije-. Tú tienes cara de buena persona, pero en ese paquete hay un humidor para puros porque lo dices tú, ¿no? Quiero decir, que me tengo fiar cuando me dices que no hay nada en su interior.

¡Tendríais que haber visto su cara!

Y yo se lo decía de broma… Pero, en el fondo, era verdad. Había una posibilidad, y no remota, de que en algún momento, algún oficial de la Benemérita, me hiciera la pregunta mágica:

¿Ha hecho usted personalmente su equipaje?

Y le yo le podría contar a la Guardia Civil la parábola de San Agustín de Hipona… Que iba paseando por la playa y que se encontró con un niño rubicundo que le explicó lo inabarcable del misterio de la Santísima Trinidad. Pero mentir, no: dentro de mi equipaje había un bulto que yo no había metido y que, seguramente, estaba vacío, aunque yo no lo había comprobado personalmente.

¡Qué cabrón! – me contestó riéndose-. ¿No te fías? Lo desembalamos en un momento…

Que era lo que yo quería, claro. Una exclusiva. Enseñároslo por dentro.

Como puede usted ver, agente, está vacío- por desgracia.
¿No tiene un doble fondo? Levante usted la bandeja.

Y esta es la Epopeya del Toro Dorado. Tampoco tiene más vuelta de hoja. Llegué al aeropuerto, a Santo Domingo, a Santiago de los Caballeros… Nadie me preguntó nada, nadie miró el equipaje y el humidor llegó sano, salvo y a tiempo a la subasta. El mismo martes, Tony Gómez pasó por mi hotel, para el cóctel de bienvenida del festival, y se lo llevó. Supongo que todo el mundo respiró aliviado y yo con la satisfacción de haber echado una mano a un amigo me sentía más que pagado, aunque Tony me regaló esos cinco tabacos en agradecimiento.

Y no tenía por qué darme nada.

LA SUBASTA DE PROCIGAR

Como epílogo de esta epopeya deshinchada, os cuento que el viernes 25 de febrero, en la cena de gala de Procigar, celebrada, como siempre, en el Centro Español de Santiago de los Caballeros, The Golden Bull de la Flor Dominicana (y Wacota) alcanzó la puja más alta:

Y yo me sentí un poco copartícipe del éxito. La recaudación total de la subasta fue de 350.000 dólares. Por The Golden Bull, alguien pagó 32.000 dólares. Humidor aparte, 320 dólares por tabaco.

Y yo tengo cinco, así que ahí arranca mi propia subasta, con una puja inicial de 300 euros por tabaco. Completo el lote con unos calzoncillos (limpios) firmados por Marco Torres.

HUMIDORES WACOTA – BLOG

¡Es broma, Marco! Pero es en serio.

6 comentarios de “La Epopeya del Toro Dorado

  1. Carlos dice:

    Jajaja toda una odisea. Tengo yo un amigo igual que tú…lo cierto es que siempre puedo contar con él. Un abrazo, no sabía que habías estado en procigar ?

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