Líneas continuas - Burkina the revist

Líneas continuas

Para aquellos de vosotros que lo echabais de menos (yo, desde luego, no me contaba entre ellos) ayer me paró la Guardia Civil.

Me había saltado una línea continua.

Me lo dijo el guinda con su habitual distante educación y el casco a medio subir, que no sé cómo no se dan cuenta de que, dicho así, con la cara aplastada por las almohadillas del casco, uno no puede nunca tomarse el mensaje en serio:

Se ha saltado usted una línea continua.

Se les pone boquita de pitimí. Como si te dijeran con tono cariñoso:

– ¿A quién quiere usted más? ¿A la Benemérita o a la local?

¿Una línea continua me he saltado? Ésa es mi divisa. La suya es «Todo por la patria», la mía «Líneas continuas a mí». Lo primero que me vino a la mente, y no sin cierto orgullo, es que la Guardia Civil lee Burkina.

– ¿Ha estado usted leyendo mi blog? – quise decirle con soniquete.

Pero no, no. No me atrevo a tanto. A un Guardia Civil con pinta de hormiga atómica a punto de multarme ni por el forro le vacilo. Bien sabía a qué línea blanca pintada en el asfalto se estaba refiriendo.

El puto GPS. Me pasa por ponerlo. Siempre he sido enemigo de ese cacharro. Prefiero perderme. Soy partidario de la perdición.

¿Línea continua? ¡Ah! Créame que no la he visto – contesté en la realidad, aunque a sabiendas de que en ese «no haberla visto» iba implícita una confesión. – Voy haciendo caso al GPS y medio deslumbrado por el sol.

Eso era cierto. La belleza ocre del ocaso madrileño de los cojones, que no te permite ver una mierda.

– Pues está muy bien pintada así que le voy a levantar un boletín de denuncia.

¿Levantar?

Además del GPS, iba hablando por teléfono con mi mujer, claro, pero eso no lo dije. Con el sin manos del coche, pero es otra línea continua.

Y fumando.

Ahora la Guardia Civil ya no lleva boli y libreta de denuncias como los camareros. Ni te invita a echar la firma. A sus motos le han incorporado un cacharro 4G que te ficha de inmediato. Tu denuncia va al Hispasat y de ahí al funcionario de turno.

Estamos jodidos vía satélite.

Cualquier posibilidad de escapatoria se va reduciendo según se va incrementando por el territorio nacional la cobertura de las operadoras de telefonía móvil.

De hecho, allí me tuvieron un rato esperando, en la incertidumbre de cuánto iba a mermar mi triste bolsa de poeta el ir por la vida saltándome líneas continuas. Por su gesto de adolescente sin wifi, adiviné que el moderno cacharrito del multaje vía satélite no pillaba cobertura.

Se ponían el uno al otro la misma cara de Mejuto en «No me jodas, Rafa, me cago en mi madre, ¿penalty y expulsión de quién?«.

Por momentos pensé que me iba a librar por un milagro de San Cesáreo Alierta Eremita en la Cueva, pero no, no. No tenían prisa. Lo que pasó es que abusaron de mi tiempo y les importó tres cojones que llegara tarde a la máster class de shisha de Javier Martínez Jara.

Tarde y multado.

Aquí tiene la denuncia. Si lo paga ya, son 100 euros. No conlleva (sic) retirada de puntos – y me largó el papelico que reproduzco arriba-. Cuando quiera, le paro el tráfico para que se incorpore.

¿100 euros por saltarme una línea continua sin causa justificada?

Joder. Barato. ¿No? A lo mejor es que yo me esperaba una crucifixión, la primera puerta a la derecha, una cruz por persona. Pero, ¿100 euros?

¿Por qué os cuento esta batallita?

Porque en el muy personal mundo de los cigarros, y siempre procurando no hacer daño a nadie, Burkina os invita a saltaros todas las líneas continuas de la ortodoxia. Pensadlo bien. Cuando alguien con autoridad os diga «¡Eso no se puede hacer!«, vosotros hacedlo.

Experimentadlo.

A ver qué pasa. ¿Qué puede pasar? ¿El precio de un cigarro a cambio de un conocimiento nuevo aprendido por uno mismo?

Barato. Muy barato.

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