Me han engañado - Burkina the revist

Me han engañado

Me han engañado – admitió el chaval, finalmente, con una sombra de decepción en su mirada. El tono de su voz, entre defraudado y rendido a la evidencia, no sólo no despertó mi lástima, sino que me produjo cierta sensación de victoria, como cuando terminas de convencer a alguien que está empecinado en sus argumentos y, finalmente, cede. Sin embargo, a pesar de que se marchó cabizbajo del estanco, me da la impresión de que mi triunfo no fue total. No logré cambiar del todo su plan.

Casi tengo que pediros disculpas, porque de todo lo que pasó en aquel estanco valenciano no tengo ni media foto… Ni, por supuesto, un vídeo. No estaba pensando ese momento en escribir una entrada en Burkina The Revist ni, por supuesto, en subirlo a redes sociales. Pero cuanto me he propuesto relatar esta mañana, está certificado por dos testigos: la delegada de Davidoff en Valencia, Mar Tecla (¡qué podías haberlo grabado, Mar!) y el propio estanquero, cuyo nombre prefiero no decir por respeto al trabajo de mi compañera.

Tendréis que creer que lo que os voy a contar es, hasta donde me alcanza el panchito, cierto y que se relata de manera fiel, aunque la memoria del triunfo siempre es un poco exaltada. Lo esencial de la historia es que me gustaría que quedara claro que para identificar un Cohiba falso no es necesario mirar la anilla con lupa. Como yo le decía a este chaval, al que a partir de ahora me voy a referir como José Luis, actualmente un Cohiba Espléndido (VG Julieta nº2, 178 mm x 47) tiene un precio en estanco de 111’00 euros. La caja de 25 unidades, por tanto, son 2.775’00 euros, si no calculo mal.

¿Cuánto has pagado?
300 euros.
– Te han engañado.

UN TROLEX

José Luis se fue para Cuba y conoció a un cubano profesional, contacto de un contacto de un contacto seguro, doctor en «resolvel» por la universidad de La Habana, que le ofreció una caja de Cohiba Espléndido por 300 euros… No me gusta juzgar a nadie por su aspecto, pero mirando bien a José Luis, y después de los dos detalles que tuvo conmigo (que luego os voy a contar), estaba claro que para él 300 euros sí es dinero.

Pero la caja era falsa.

El precio es, sin duda, la clave, y ni siquiera necesitaba que me trajera la caja para confirmarlo. Os lo conté este día, en esta entrada y, en mi opinión, a partir de aquí, si fumas Cohiba falso es porque quieres.

FALSO

No voy a entrar a discutir, porque es para otra entrada, sobre si el precio está o no está justificado. Vamos a lo real: la caja vale 2.775’00 euros. Si te la venden por 300’00 es por una de estas tres razones:

1.- Eres irresistiblemente guapo (no era el caso).
2.- El cubano era tonto del culo (no se suele dar).
3.- Es falsa.

Y eso mismo le decía yo a José Luis el otro día en el estanco. Si tú vas a la plaza del pueblo y te encuentras a un propio que te vende un Rólex por 20 euros, es falso. Nadie lo duda. El vendedor sabe que es falso y el comprador, también. Es falso, porque uno auténtico vale 5.000 euros.

¡Podría ser robado! – argumentó José Luis.
¡Hombre, claro! Y, así, en vez de un delito, ¡dos! – contesté yo-. Pero si fuera robado, tampoco te lo iba a vender por 20 euros, ¿no crees?

VER LOS PRECIOS

Llamadme mal pensado, pero desde el momento que José Luis puso su pie en el estanco, se vio que había algo raro. Se plantó delante del humidor a mirar los tabacos, pero sin detenerse en ninguno, como si buscara algo en concreto y no lo viera. Es raro porque el estanco no tiene cava, sólo un pequeño mueble, y su oferta, de momento, no es muy variada. José Luis, un chaval joven, con un aspecto no demasiado pulcro, pero tampoco desastrado, gafotas y la cabeza afeitada, se afanaba tanto en su inspección que acabé por acercarme.

Mi intención no fue, en ningún momento, asesorarle. Mi instinto me decía que cuando uno entra en un estanco así, buscando algo pero sin preguntar, normalmente, no viene a comprar puros.

¿Eres fumador de puros? – le pregunté.
Sí, claro – me contestó con un acento que, a ratos, me pareció mexicano, aunque podría no serlo.
¿Y te puedo echar una mano?
No, no… En realidad – se sentenció -, tengo tabacos en casa.

Lo he visto más veces: gente que entra en una cava no a comprar puros, sino a preguntar por los precios de los habanos. ¡Y siempre preguntan por los mismos! En este punto, conmigo José Luis tenía ya poquito crédito, a puntito de agotarse, pero quería escuchar lo que tuviera que decir antes de tirarme al cuello.

¿Tienes tabaco en casa?
Sí, tengo Cohiba… Romeo y Julieta… – y tras un momento de vacilación, se lanzó a la piscina -. Tengo un amigo en Cuba… Viajo para allá varias veces al año… Bla, bla, bla

El resto de su relato os lo voy a ahorrar porque lo hemos escuchado mil veces y es la mierda de siempre: yo soy muy listo y los demás, sois imbéciles. Cuando terminó, me preguntó por el precio de Cohiba Espléndido, que es a lo que, en realidad, él había venido al estanco. ¡A hacer una cuenta que se hacen muchos! Me ha costado 300 euros, el precio en España son 2.700 euros… Cuatro viajes al año, dos o tres cajas yo, dos o tres mi acompañante… Clin, clin, clin. Dinero fácil.

Pero tus Cohiba son falsos – le dije sin cortarme y, desde luego, sin darle la información que había venido a buscar-. Lo sabes, ¿no?

DOS ASALTOS

La «pelea» dialéctica con José Luis duró dos asaltos. En el primero, él defendió a muerte la genuinidad de sus Cohiba, la seguridad de su contacto en Cuba y toda esa mierda que cae por su propio peso, porque, como he dicho, nadie vende un tabaco que vale cien euros por doce. Pero José Luis, que los había probado, aseguraba que estaban muy buenos, lo que, en principio, tampoco es señal de autenticidad. A saber qué entiendes tú por buen tabaco… Pero él estaba dispuesto a ir a casa a por ellos para enseñarme la caja e, incluso, a regalarme uno para que lo probara.

Como quieras – le dije -. Si te apetece, estaremos aquí hasta las siete y media, más o menos.

Y se marchó con paso firme, aunque a mí no me quedó claro en ese momento si iba a volver o no. Estaba convencido de que no regresaría, pero me equivoqué y, en el fondo, es lo único que le salva un poco al pobre José Luis. Que volviera a traerme aquellos zurullos con la intención de convencerme de su autenticidad es la única razón por la que pienso que, efectivamente, el primo de la historia no trabajaba en El Laguito.

El primo de esta historia era José Luis.

Yo lo tenía clarísimo, y así se lo dije a Mar y al estanquero, «traiga lo que traiga, le voy a decir que son falsos«. Pero, cuando me abrió la caja, tampoco me tuve que esforzar mucho. Siento no haberle hecho una foto. De verdad que lo siento mucho. ¡En ese momento, me falló mi instinto periodístico, joder, qué rabia, coño! Yo estaba a otra cosa y no lo pensé ni sospeché que la anécdota iba a tomar este derrotero.

Pero se parecía mucho a esta otra que, en su día, sí fotografié.

Coiva Rovusto, en este caso. ¿Hace falta llamar a algún experto en tabacos cubanos para acreditar la falsedad de esta caja? Pues así era la de José Luis.

VAMOS A DESMONTAR UNO

Lo mejor no os lo he contado todavía. Efectivamente, tal y como prometió, me regaló uno de sus Coiva Hespléndido para que lo probara allí mismo. Yo le dije que no me hacía falta, que no había más que ver la caja para darse cuenta de que un producto súper premium, el más cuidado y seleccionado de Cuba, no podía tener aquel aspecto. Mi perro, por las mañanas, hace cosas mucho más apetecibles. Capas desastradas, rotas, manchadas, medio verdosas, cada cigarro de un color, diferencias de tamaño, de grosor, anillas mal puestas, cada una a una altura…

Una puta mierda, José Luis, lo cojas por donde lo cojas.

A pesar del diagnóstico de esta primera inspección visual, aferrado a sus argumentos, José Luis cumplió su promesa y me largó uno de sus Coiva Hespléndido… Pero no uno de la caja… ¡No! ¡Me regaló uno que ya se había empezado a fumar él!

Pobre, chaval. Ese detalle desesperado demuestra que 300 euros para él significaron un notable esfuerzo económico. Me trajo para probar la autenticidad de sus Coiva un tabaco cortado y con su dedo de ceniza, que él probablemente habría empezado a fumar ayer, pero ya apagado y con su inconfundible olor acre a cenicero.

Lo cogí con dos deditos, para no disimular mi asco, y le dije:

– Lo vamos a desmontar.
¡No! – exclamó casi con desesperación, como si fuéramos a cometer un sacrilegio.
Sí, sí. Lo vamos a desmontar.

Saqué mi navajilla, una que procuro llevar siempre conmigo porque, no os voy a mentir, soy muy navajero, y rajé el tabaco del pie a la cabeza. La capa no tenía tan mala pinta. Era una hoja bastante fina y no demasiado venosa, aunque tenía tantas manchas que no habría pasado ni el primer rezago. Después, empecé a sacar el capote y, entonces, me di cuenta de un detalle.

Mira – le dije a José Luis -. Lleva un doble capote. Eso quiere decir que, seguramente, no es tripa larga.

Y, efectivamente, una vez sacados los dos capotes, la tripa se esparció sobre el cenicero como un confeti de tabaco. Lo desmonté completamente, lo extendí bien para que lo viera y, entonces, y sólo entonces, José Luis me miró por encima de sus gafotas y se rindió:

Me han engañado – admitió, y no consiguió que me diera ninguna pena.
Sí. Te han engañado.

Y de todo esto, no hay testimonio gráfico. Ya lo siento.

PERO ESTÁN BUENOS

No quiero acabar aquí la historia, porque hasta ahora, por más vueltas y prestidigitaciones que le haya dado al tabaco de José Luis, lo cierto es que no he demostrado nada que no se supiera desde el momento en que el chaval puso su pie en el estanco. Todo esto me resulta un innecesario regodeo y sólo lo hice porque él se empeñó. Para mí, eran falsos sin necesidad de verlos y punto.

Pero no quiero acabar la historia sin decir dos cosas más, por si alguno de vosotros siente la tentación de comprar tabacos a quien no debe. En primer lugar, que, después de desmontar el tabaco, de la inspección del resto de la caja, salieron dos tabacos con bicho. Tú verás si quieres meter esa caja de Coivas en tu humidor. Desde luego, si lo haces, te merecerás lo que le pueda pasar al resto de tus cigarros.

En segundo lugar, como José Luis insistió en que los cigarros estaban ricos, yo le invité a que quitara las anillas y se los fumara a gusto, pero sabiendo que, probablemente, en esa tripa media hay algo más que tabaco.

¿A qué te refieres? – me preguntó ya completamente rendido.
– Bueno, yo no lo sé, pero puedo sospechar que estos cigarros se hacen a mano en a saber dónde con a saber qué tabaco y que cuando al torcedor se le caen algunas hojas al suelo, pasa alguien con una escoba, lo recoge todo y lo vuelve a echar en la tolva. A lo mejor eso es lo que le da ese saborcillo que tanto te ha gustado, porque olor, lo que se dice olor, este puro huele a una gran nada.

Le acerqué el pie a la nariz, lo olisqueó y, acto seguido, le dejé un Davidoff 2000-702 Series que, casualmente, llevaba yo en el bolsillo para que lo oliera. La diferencia era abrumadora.

CONCLUSIÓN

Mi gran fallo, insisto, no haber dejado testimonio gráfico de todo esto, pero de verdad que no estaba yo pensando en que la insistencia de José Luis me iba a llevar hasta este extremo. No sólo estaba convencido de que sus cigarros eran buenos, sino que, además, me quería convencer a mí.

Y ni son buenos ni están buenos y, lo que es peor, ni son confiables, ni sabes lo que te estás fumando, ni qué tratamiento se le ha dado a ese tabaco (cuando es tabaco), ni si tiene mierda de rata incorporada.

Si vais a Cuba, cuidado con lo que compráis en la calle. El tabaco de Vuelta Abajo no es inagotable ni está a disposición de todo el mundo. La mayor parte de lo que te ofrecen por la calle es falso y malo, como los de José Luis, aunque, no digo que no, quizá, si tienes suerte, consigas comprar cigarros hechos de tabaco, tripa larga, pero en cualquier caso falsos.

Para acabar la historia, que ya está siendo muy larga, José Luis me agradeció el asesoramiento con un gesto de hombre espléndido: cogió uno de los tabacos con bicho y me lo regaló. Abrumado por tanta generosidad, quise rechazarlo, pero ante su insistencia lo acepté y, llevado por la calentura, en cuanto se marchó, fue directo a la papelera de la entrada del estanco debidamente destruido.

Podría haberos hecho un vídeo pero, ¿para qué? No creo que me lleve a nada dedicar más tiempo y esfuerzo a esta historia y, en el fondo, sospecho que José Luis no ha variado su plan. Lo va a seguir haciendo, pero esta vez el engañado no va a ser él.

El próximo engañado vas a ser tú, si no tomas conciencia de lo que te estoy contando. La clave sigue siendo el precio. Nadie te vende una caja de Cohiba Espléndido por 300 euros.

Por muy guapo que seas…

20 comentarios de “Me han engañado

  1. Rubén Colón Andreu dice:

    Me ha encantado tu historia de hecho me pasó una cosa similar hace un tiempo contactaron conmigo para ofrecerme comprar a medias una caja de Cohiba por un precio en bastante más bajo del que está actualmente en los estancos y del que ha estado hace bastante tiempo. Obviamente yo mostré mis reticencia y comenté a este amigo que el tabaco era probablemente falso, aun así insistió que que él iba a arriesgarse y me mandó unas cuantas fotos con las fotos pude ver claramente que no era auténtico simplemente mirando la anilla, la capa exterior y además la trazabilidad de la caja mostraba una referencia totalmente diferente. Para mi sorpresa aún contando con pruebas abrumadoras, este amigo decidió seguir y comprar la caja… realmente no sé cómo acabado porque ya no contacto conmigo desde entonces, espero que sobreviviera a fumar algo que no sabes que puede contener.

    • Enrique el asturiano dice:

      Yo voy a tener muy jodio el desconfiar, Javier, porque soy irresistiblemente guapo, asi que seguro que alguna caja autentica de Cohiba me la ofrecen todavia a 300 euros, o menos.

      De hecho en un viaje a Cuba por libre, hace mas de dos decadas, visitando Vinales, recuerdo el bombardeo constante de gente supuestamente bien conectada ofreciendo cajas «oficiales» sacadas bajo manga.

      Vi a muchos gringos comprar y si yo no lo hice fue porque de aquella no fumaba cigarros habitualmente, iniciandome precisamente en el mundo del cigarro premium gracias a algunos habanos que disfrute alli, si bien comprados en tiendas oficiales. Que habria pasado si hubiera fumado solo falsificaciones, suponiendo que fuesen fumables? Probablemente mi aficion por el cigarro premium no habria prendido.

      Asi que lo autentico dos veces bueno, y la vida es una escuela, como lo son tus posts.

      Un abrazo!

      • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

        Es lo que tenemos los guapos, qué le vamos a hacer. A mí me pasa lo mismo, que me miro en el espejo por la mañana y me asombro de tener aún la misma cara… En México, este mes de octubre, ediciones limitadas falsas de Habanos a paladas. Y las vendían por 5 euros la caja de cinco tabacos. La gente las compraba, no creo que tanto por su autenticidad, sino por desconocimiento y para tener un detalle con alguien. ¡Falsos sin disimulo! Como decían en Turquía de una camiseta del Atleti de Arda Turan: falsa auténtica. Un abrazo

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      Muchas gracias Rubén. Decía mi abuelo que lo barato suele salir caro… Desde luego, lo que me trajo este chaval no era falso: era mierda auténtica. Yo no sé cómo alguno se atreve a fumarse eso, pero el poder de la anilla es así. UN abrazo

  2. Ramsés dice:

    A mi me d mucha pena, pero tengo un amigo que en su día, y de buena fé, me trajo un caja de robustos, supuestamente comprada a una fuente fiable, y un primo que es un negociante, que me mandó una caja de medio siglo, a pesar de que le insistí en que mejor lo cogiera pa sus business, y me insistió en que eran auténticos, en fin, muchas veces la propia persona que los vende en la calle en Cuba tiene pocas sospechas de su autenticidad, yo mismo cuando aún vivía por allá, me creía el cuento de que salían de la fábrica

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      El desconocimiento siempre es el origen de todo. A mí me han traído tabacos de Cuba, con toda la mejor de las intenciones, pero, aunque no es fácil decirlo, yo siempre lo hago: son falsos. «No, jodas, que me he gastado 500 euros…» «Pues te han engañado». Y es la única manera de que no vuelvan a caer. No hago concesiones ni por educación. Un abrazo

  3. Diego J. Galán dice:

    Excelente forma de contar la realidad sobre muchos «fumadores de Habanos». A mi me jode cuando alguien quiere ser más listo que yo. A Un conocido, que me dijo que él sólo fuma habanos, le dije que yo no me los podía permitir y me dijo que a él le traían Cohibas y Montecristos a un «buen precio», directamente de fábrica; se lo dije, son falsos, e insistía en que no, y encima se las daba de listo, que a él no lo engañaba su amigo de Cuba. Obviamente, dejé de hablar de puros con él.

    Un saludo

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      A muchos de estos hay que darlos por imposible. A mi un tipo me llegó a decir que a él los Behike se los hacían especiales en El Laguito para él y que, por eso, eran más suaves. ¡Ahí lo llevas! Este ya no es que tuviera un contacto en El Laguito. Este era Dios allí. Combinación imbatible: la anilla de Cohiba y el tipo más listo de la tierra, es decir, un primo totalmente convencido y con el que es inútil discutir porque su cigarro (falso) es una extensión de su ego. Un abrazo, Diego

  4. Javier dice:

    Nunca entenderé eso de fumar anillas. Con la de buenos tabacos honestos que hay en el mercado, y a todos los niveles de precio. Ya puestos ahorra para un robusto auténtico y le vas cambiando la anilla! Jajaja.

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      ¡Esa práctica también existe! Aunque te sorprenda. Pero, insisto, es el poder de la anilla. En su prestigio, por decirlo de alguna manera, llevan su castigo. Lo malo es que no sabes los que fumas… Un abrazo

    • dmos dice:

      Esa es la clave… hay que publicarlo, hacer que te vean que estas con un Cohiba o con un Montecristo, la cultura del «aparentar» aunque luego no llegues ni a fin de mes. Buenisimos cigarros que por esos 300€ que te has gastado en hojas secas podias haber disfrutado, pero claro, en mi instagram queda peor. Yo encima soy de los que en cuanto se le cae la primera ceniza quito la anilla, porque me encanta ver el cigarro sin nada.

      • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

        Si es por aparentar en Instagram, que se compren UN Behike ¡Y le hagan cien fotos! Yo no me voy a meter con los que fuman puros por la anilla, siempre que sea auténtica. Soy de los que defiende, aunque no lo comparta, que para muchos es parte del disfrute y me parece muy bien. Yo no lo siento así, porque voy al humo puro y duro, pero sé que para algunos predisponerse a fumarse un tabaco caro ya alimenta su placer. Cada uno fuma los puros que le gustan por lo que le gustan. Un abrazo

  5. Pablo García-Ramos dice:

    Que bueno Javier!
    Menuda perla el empecinado de Jose Luis. Pero si hasta hay Maseratis falsos. La puñetera manía de aspirar a la excelencia a precios de ganga. Y mira que hay tabacos magníficos y sorprendentes a precios razonables pero no nos conformamos, queremos el mejor sin soltar la panoja.

    Un abrazo Javier

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      Pobre estanquero. Ni siquiera es purero aún. Acaba de hacerse cargo del estanco y quiere invertir en una cava y hacerlo bien. De los estanqueros, en general, te puedes fiar. Alguno habrá, seguro, que no porque de todo hay, pero yo pongo la mano en el fuego por ellos. Además, si pillan a un estanco con tabaco falso o de contrabando, le ponen un multón y le quitan la licencia. No les merece la pena. UN abrazo

  6. David Cagigas dice:

    Debe de estar de moda lo del tabaco falso, por el Club pasa mucho de ese tabaco y es que no sólo es la apariencia como apuntas, que se ve, aunque hay que reconocer que a veces, se lo tienen muy currado, es que a veces no sé si la gente no tiene nariz, porque los mejores ejemplos de este tipo de tabaco, lo mejor que huelen (sí, huelen porque lo del aroma no va con este tabaco) es a hierbajo reseco.
    Ya cuando empiezas a preciar esa peste de olor, ya me fijo automáticamente en las vitolas, habitualmente una anilla de Cohiba (lease kojiva) más falsa que judas y unas construcciones a veces bastante dudosas.
    Supongo que la gente que compra este tipo de tabaco sabe lo que compra y encima a veces hasta te discuten las características de determinadas marcas, porque las que les hacen a ellos no son así (y te lo dicen con sus santos webs quedándose tan anchos), lo que no quita que desde luego haya que los compran de buena fe, pero claro, nadie da duros a pesetas, eso lo sabemos todos, incluso los de buena fe.
    Sencillamente es una plaga y no se como se podría enfocar, estas copias surgen cuando un producto es muy popular, y aunque no dejan de ser estas copias, son una forma extra de generar más publicidad y gratis a la marca, aunque no se si es lo deseado por Habanos.

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      Santos huevos ir a Pasión Habanos con tabaco falso. Ya no sé si es desconocimiento o un melapelatodo 500 mg diario. Siempre he pensado que la mayoría de los que compran Cohiba falso lo saben y no les importa, aunque también está el perfil del listo que todo lo sabe y que te dice que él conoce, que su contacto es bueno, que tal y cual… Para mi que la estrategia para combatirlo debería encauzarse de otra manera. Los controles de autenticidad está muy bien, pero todos se pueden falsificar, no todo el mundo conoce al dedillo la forma de identificarlo y a ver quién es el guapo que va por la calle con una lampara UV para comprobarlo. Primero, hay que ridiculizar al que fuma habanos falsos. Que el hecho de llevar un Cohiba falso no alimente su ego, sino que se avergüence. Después, hay que concienciar al consumidor de que los Cohiba falsos no tienen control sanitario. No sé por qué hay tanto miedo a decir esto cuando hablamos de tabaco. El tabaco es un producto de la rama de ¡la alimentación! Y está sometido a controles sanitarios. En fin… UN abrazo

  7. Rafael Jesus Lizana Navarro dice:

    Jajajaja, hace unos días me pasó lo mismo, en este caso con cohiba robusto,….. De ofrecerlos a 200€, acabó en 100….y se los término llevando a su casa.
    Saludos

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