Mi cigarrito mañanero - Burkina the revist con R. De Alba

Mi cigarrito mañanero

El SEO, más que nada, me obliga a hacer un previo al artículo de hoy, «Mi cigarrito mañanero», que lo firma mi compi de muchos años, y de muchas batallas, Raúl R. de Alba. Pero ya aprovecho para presentároslo, a quienes no lo conozcáis, y para poner un poco en solfá su currículum en esto del tabaco.

Este es Raúl. El de las gafas. El otro es el señor Olor Dominicano (me parece). Cuando desembarqué en AM Ediciones, editora de La Boutique del Fumador, Raúl era como el dinosaurio de Monterroso: ya estaba allí. Era 1998. Algunos de vosotros estabais aún en esa fase vital llamada «mis primeros pelos». Lo digo porque Raúl está acreditado por una larga, larguísima, dedicación profesional al mundo del periodismo especializado en tabaco: primero en «Actualidad Tabaquera», después «La Boutique del Fumador» (que hoy dirige); director, durante muchos años, de la revista especializada en cultivo, «Tabaco y noticias», y director de «La Cava de Cigarros».

Hoy por hoy, creo que puedo decir que no hay ningún periodista ¡en el mundo! que pueda acreditar tantos años de dedicación al tabaco. Es un hombre discreto, de perfil más bien bajo y casi su peor defecto es ese madridismo que le afea tanto la conducta. Hace ya tiempo que lo invité a escribir en el blog, porque le tengo mucho respeto profesional y cariño personal, por los años, ¡dieciséis años!, que hemos compartido trinchera.

Por fin se ha animado. «Mi cigarrito mañanero» es su primera contribución. Espero que no sea la última.

MI CIGARRITO MAÑANERO

¡Qué cosas nos depara la vida! Hasta hace bien poco apenas me echaba un cigarro a la cara, luego empezó a ser uno cada día del fin de semana, más tarde uno al día y ahora ya sube la cifra a dos diarios. Bueno, eso si no se da el caso de que tenga la suerte de haber sido invitado a alguna cata, que entonces ya alcanzo la estratosférica cifra de los cuatro o cinco. ¡Vaya, como el Joya!

No sé si para bien o para mal (bien para mi satisfacción personal, mal para el engorde de mi billetero, que éste no es hobby barato), he descubierto mi último gran placer con los cigarros.

¿Quién me lo iba a decir? Tras años preguntándome cómo era posible ver a primera hora de la mañana a algún caballero con la pava del cigarro entre sus labios (no nos vendría algo más de elegancia a la hora de fumarlos, y me incluyo), todo babeado y mordisqueado, pensando que aquello no es que fuera cosa de hombres, sino de superhéroes; no de pelo en pecho, sino de medallas al valor colgando de la pechera, me veo el otro día con un cigarro entre mis dedos atrapado en cómo el sol empezaba a iluminar de destellos anaranjados las montañas de mi querido pueblo.

LA PERLITA

Sí, después de dejar en sus quehaceres diarios a mi hijo –el sustento de mi vejez (eso espero)–, me dirigí al bar de todos los días (todos tenemos uno) para pimplarme un cafelito con churros. Una vez con el estómago congraciado con su portador, o sea, yo mismo, tomé camino de mis propios quehaceres, pero con un alto para en poco más de media hora dar cuenta de una perlita que andaba mirándome con malos ojos.

Así es que liberé a esta perlita de su encierro en mi humidor de andar por casa, salí a la calle (que la temperatura ambiente lo permitía) y le prendí el pie no sabiendo muy bien qué estaba haciendo, si me quedaría en el intento, si babearía o mordería a la perlita o si me arrepentiría de mostrar tal grado de valentía.

Pues a día de hoy estoy más que contento de haber optado por aquella perlita. No sé, fue una experiencia nueva, como la primera vez que pruebas un jamón 5J y dices “¡que viva la guarra que te parió!”. Me refiero a la cerda madre del cerdo de donde salió la pata del 5J, claro.

REPASO MENTAL

Allí, sentado, con un cenicero frente a mí, con la vista puesta en las montañas y las primeras aves entonando sus cánticos (mira que a veces son pesados los pajaricos), «biengasté» esos 30 minutos (sí, sé que me lo tomé con calma, pero merecía alargarlo todo lo posible). Y lo más importante es que fueron 30 minutos en los que pude hacer un repaso mental a la agenda del día, que en ocasiones es imposible por estar, pongamos por caso, con el volante entre las manos; y yo, como todo macho que se precie, no sé hacer dos cosas a la vez: o piensas, o conduces, pero mezclar… Ya se sabe, que mezclar es malo y se agarra uno unas buenas cogorzas.

Pensamientos en claro, agenda ordenada y con el ánimo bien alto por lo positivo de la hazaña mañanera, dejé mi perlita descansar en el cenicero y yo, a lo mío, a currar.

Y hoy, cada vez que puedo, agarro otra perlita, una media corona, una panetela o un short robusto, y me lanzo a dejar volar mi imaginación tempranera.

Y olé.

R. de Alba

El otro colaborador externo de Burkina The Revist es el gran David Cagigas.

MÍRAME CUANDO TE HABLO

A los dos les pago la misma cantidad.

4 comentarios de “Mi cigarrito mañanero

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