A los días como hoy los llaman juernes, aunque para los que somos autónomos no existan ni los juernes ni los márcoles ni, por supuesto, los fines de semana: yo trabajo todos los días. Tampoco me mato. Que no pico en la mina. Antes de contaros el puro que me fumé ayer por recomendación de Pepe Palacios, un recordatorio:
¿Cuál ha sido el mejor cigarro de 2018 según tu parecer?
Manda un email a jblancourgoiti@burkinatherevist.com con tres puros (marca, serie y formato… Ejemplo que se me ocurre: Flor de Minabo Imperial Robusto. No lo pidáis en el estanco que igual os lleváis una sorpresa y resulta que el estanquero lo tiene). Condiciones para elegir cigarros: si te han gustado a ti es porque son buenos.
Recuerda que no te voy a dar la turra a tu email ni te voy a incluir en ninguna base de datos.
Además, de premio, sortearé una noche romántica de paseo por el Parque Central con mi perro Asesino (recuerda recoger sus caquitas) y cinco cigarros del que resulte ganador.
Anímate y participa. Ayúdame a que el cigarro seleccionado sea el recopetón.
AQUÍ TIENES LAS BASES PARA PARTICIPAR
Como aficionado a la buena vida me sorprende, en ocasiones, mi falta de memoria. No lo digo porque yo olvide fácilmente una fumada de un cigarro (alguna, incluso, la he querido olvidar y no he podido), al contrario: guardo a fuego algunos cigarros que se quemaron conmigo, se transformaron en palabras grabadas para el recuerdo de un compañero de fumada, en la imagen de un paisaje, en la sensación de que es posible doblar el tiempo y guardarlo en un bolsillo.
Pero hay una cosa en lo que sí soy malo, y eso que a veces me lo preguntan: ¿cuál es tu cigarro preferido? Cuando estás fumando, si lo estás disfrutando de verdad, la respuesta está en tu mano y es fácil. Cuando, como ahora, no estás fumando un cigarro (aunque sí un Lucky tras otro), siempre me viene a la mente el último que he fumado y que me ha colmado de buenas sensaciones, con la caricia de su aroma y la intensidad de su sabor.
Hoy por hoy, mi cigarro favorito hoy es Oliva Serie V Lancero.
Me dijo ayer Pepe Palacios, director general de la Casa del Tabaco, que era un cañón. Yo, honestamente, no sabía que Oliva hubiera lanzado ese formato en España… ¡Y a ese precio! 7’80 euros… Y no me lo pensé. Compré uno y, con un whisky Glenfiddich 21 años en la otra mano, me salí a la puerta del Bohío de Magallanes a disfrutar del paso de la gente y de la charla de algunos amigos, como Raúl Rodríguez de Alba, director de La Cava de Cigarros y La Boutique del Fumador.
Pablo Montorío, propietario del Bohío de Magallanes, en colaboración con la Casa del Tabaco y Glenfiddich, organizó la presentación en sociedad de una joya: Oliva Melanio Serie V Edición Limitada 2018 Robusto, un cigarro del que sólo se han fabricado 1.000 cajas para todo el mundo (salvo Estados Unidos), de las que 40 han venido a España. Su precio: 24’00 euros, un precio irrisorio para el cigarro que es. Creed que es así.
Siempre os lo digo: lo que cuesta dinero en el mundo del cigarro premium es el tiempo. Si son buenos tabacos, y en este caso son excelentes (y una capa Sumatra Ecuador que dan ganas de morderla), y si les dan tiempo para que se cocinen como es debido, sale un cigarro de precio elevado. ¿No estáis todos dispuestos a creer que es así cuando hablamos de whiskies o de vinos? Pues en los cigarros es igual o peor, porque un tabaco muy añejado, además del coste financiero que supone tenerlo parado en un almacén, se vuelve más endeble y delicado en su manejo y a la hora de torcer los cigarros, sufre más mermas.
Ya os conté cosas sobre el Oliva Melanio Serie V Edición Limitada 2018 Robusto. OS LO RECUERDO AQUÍ
Aitor Zapata, director de marketing de la Casa del Tabaco, en la presentación, tuvo la gentileza de citarme:
«Me preguntó Javier Blanco [Urgoiti] por el precio del cigarro y cuando le dije que 24 euros, contestó: «¿Sólo?».
Bien sabe Aitor que fue una reacción espontánea. Son 24 euros bien pagados. Merece la pena. En pocos sitios vas a encontrar tanta satisfacción concentrada en tres cuartos de hora por sólo 24 euros.
Junto al Oliva, las botellas de Glenfiddich 18 años y 21 años se alzaban como dos complementos imprescindibles para la fumada. Su precio, y nadie se sorprendió, eran 50 euros y 200 euros, respectivamente. Si un whisky de 21 años, absolutamente sublime, tiene ese precio que no lo convierte en caro, sino en valioso, ¿por qué no podemos pensar que un cigarro sublime, cuyo proceso de elaboración es mil veces más intrincado, es igualmente valioso? Valioso, digo, que no caro. Caro y barato son términos relativos, como todos sabemos.
Agarré mi whisky de 21 años, me compré ese lancerito que me había recomendado Pepe y me salí a la calle a fumar con él. No me dio opción: en primer lugar, porque como bien me recordó Pepe, que ya me conoce desde hace unos años (y que, incluso, ha estado conmigo en un hospital hasta las tres de la mañana, cosa que nunca le agradeceré lo suficiente), soy un guerrero del cepo fino. Entiendo que es ir a contracorriente, que las modas van por otro sitio, pero para mí un cigarro como ese de 177 mm x 38 es un pepino (no seas antiguos que cuando mi hijo Rodrigo, de 17 años, cataloga un móvil de «pepino», significa que es cojonudo).
Le hice un cortecito pequeño, por aquello de darle un poco de dificultad al tiro, pero el cigarro ya me advirtió, en frío, que iba de listo por la vida: «Voy a tirar de puta madre, te pongas como te pongas«, creí entenderle mientras aspiraba. Y así fue. En frío, Oliva da tierra húmeda, ozono, promete una fumada fresca y sabrosa, hace que te sientas identificado con el otoño que entra.
Yo sé que hay quien aboga por encender primero y cortar después, y son buenas razones, pero a mí me gusta disfrutar de los sabores de mi cigarro en frío porque ese tabaco tiene algo que contarme, un secreto a la oreja, antes de que prenda la llama de nuestro amor, una promesa que despierta una expectativa que sabes que se va a cumplir.
El cigarro comenzó fuerte en nariz y especiado, a lo que me ayudó mucho el sabor frutal del Glenfiddich y su intenso aroma a cáscara de naranja, pero, después, tal y como me había prometido, atemperó su carácter y transformó su fuerza, que la tiene, en complejidad de sabores, sin la astringencia de la madera, pero con el amargo del cacao, sabores tostados, dulces y cremosos y un humo untuoso y, sin embargo, ligero.
Un rato increíble, aderezado por ese whiskazo y un par de buenos amigos en el que, además, me vi obligado a recordarle a Raúl que el Alavés había hecho morder el polvo al Real Madrid el sábado… ¡En el minuto 94! ¡Chúpate esa, Ramos! Mirad su careto de estar pensando que soy un cabronazo. Bravo equipo albiazul, que resurges potente otra vez, recordando la gloria de aquel gran Deportivo Alavés…
Oliva Serie V Lancero
Longitud: 177 mm
Cepo: 38
Formato: Lancero
Tripa: Nicaragua
Capote: Nicaragua
Capa: Habano Nicaragua
PVP en estanco a 11 de octubre de 2018 (podría variar en el futuro): 7’80 euros.
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