Falsos mitos (seres complejos)

Como fumador de cigarros, busco la complejidad.

Rechazo lo simple, lo facilón, lo que se me presenta plano, sin matices, sólo blanco o sólo negro, que no es que no me guste. Está bien, vale, pero no me satisface: siempre quiero más.

Un planteamiento simplista, infantiloide, para un arte adulto, como, por ejemplo, la literatura, me parece un insulto a mi inteligencia y una pérdida de tiempo. ¡Y yo a mis 43 lo que más valoro es dedicar mi tiempo a cosas que merezcan la pena! Soy como un inversor consciente de que se le van agotando las posibilidades.

Empecé a leer «Las 50 sombras de Grey» y lo dejé justo en la página 69 (clavado y no en otra) con el convencimiento personal de que es una puta mierda de novela. ¿Que a usted le gusta? Estupendo. Respeto máximo (a usted, no al libro). Yo no le juzgo, pero para mí exijo más.

Mandrilia es un lugar de gustos gregarios, pero en Burkina se nos hace la boca agua ante la perspectiva de una larga escala de grises que nos transporte del azabache al marfil, ida y vuelta, por caminos divergentes, con cruces, baches, curvas, vaguadas y puertos de montaña.

Nos van las cebras si son negras y se meten rayas; en nuestra pasarela Cibolas desfilan Rus y Rato con traje de presidiario y abrigo de dálmata Cruela de Vil  y en las listas de más leídos triunfan los códigos de barra de los productos catalanes en tiempos de boicot absurdo. En Burkina somos así de complejos y rebuscados. Nos va el humor incorrecto, lo contradictorio y lo paradójico.

Por eso, cuando alguien inteligente, como Héctor, que además se dedica al vino, asegura que Nicaragua es la denominación de origen cuya tierra más se parece a Cuba para el cultivo de tabaco, los burkineros saltamos…

¡Aaaaaarrrrrrggggggg! ¡Nooooooooooooooooooooooo, Héctor, no digas más eso!

– «¡TORPEDO!» – pero lo pensamos, ojo, que el salto es mental. Sin escándalo. Sin que se entere el resto y sin parecer los listos que todo lo saben.

«La traca en la mano, en fin, discreto«, que dice Urceloy.

Sin apedreo público (no se estila en Burkina y Héctor es un hombre que me cae muy bien), lo agarré aparte y le dije por qué opino yo que en esa frase hay DOS mentiras, no una, dos. Y él, que se dedica al vino, como he dicho, enseguida me dio la razón.

En primer lugar, el mito parte del principio de que Cuba es una especie de El Dorado donde se lanzan unas habichuelas mágicas y el mejor tabaco del mundo brota por doquier. La planta nace ya con un cartel en la mano, y todo, porque es cubana y los cubanos son la pera para los carteles.

«Soy de Pinal del Río, donde se quemó el cuelpo de bomberos, y tengo un primo que es Cohiba Siglo VI, ya tú sabes«.

Cuba tiene un tabaco que es la hostia en bote, por ejemplo, en las Vegas de San Luis, que es una tierra privilegiada con unos nutrientes que son la «exxxxsssselensssia» a la enésima potencia y ya los quisiera yo para la merienda de mis hijos. Eso no es tierra. ¡Es nocilla!

Microclima como el de esa vega no lo hay ni en Bilbao y es que si un malhadado día no se da tabaco en ese terruño bendecido por Dios y por el Demonio, los cubanos siempre podrán embotellar el microclima para que las madamas (y los madamos, por supuesto) de la corte se hagan peelings en su casa. El esperma de ballena, una ponzoña pringosa al lado de ese microclima.

Esas vegas, además, cuentan con un tesoro centenario de incalculable valor: la tradición y el esmero del sabio brazo del guajiro silencioso y de ojos brillantes, que fuma su robustito desde el amanecer pegado a la grasa del tabaco en la vega y que está más arrugado que un plato de papas con mojo picón, pero de antes de ayer…

En fin. Allí eso es el sumum y todos ustedes tienen esa foto clara.

Pues en la finca de al lado puede pasar que el tabaco no valga ni para tomar por el culo.

El concepto terroir del vino se puede aplicar al tabaco perfectamente y hace que la misma semilla sembrada en dos vegas colindantes en Pinar del Río dé dos resultados absolutamente opuestos.

¿Cómo vamos a comparar el tabaco cubano con el nicaragüense si no podemos ni siquiera comparar el tabaco de dos vegas colindantes en Vuelta Abajo?

Pero es que, además, se le hace un flaco favor a Nicaragua, en mi opinión, que tiene entidad propia suficiente, sin necesidad de que Cuba sea su referente, como para presentarse como un tabaco de calidad y, con la misma salvedad que todas las demás denominaciones de origen: hay tabaco nica superior y tabaco nica que es mejor picarlo y meterlo en la máquina o fabricar confeti con él y donarlo para un desfile de veteranos de guerrra en un país del África Subsahariana.

Porque no es lo mismo el tabaco de Vuelta Abajo que el de Partido, y ambos son cubanos, y no es lo mismo el tabaco de Ometepe y el de Jalapa, y son nicaragüenses, y en Honduras hay un tabaco espectacular en Jamastrán y en Olancho y en Ecuador se sale de la gráfica la calidad del tabaco del valle de Guayaquil. Hay tabaco en Perú, que es donde empezó con los incas, y hoy están recuperando la variedad mítica Pelo de Oro y ahora hay tabaco colombiano que está ganando muchos enteros en los mercados (CAO ya tiene su cigarro); y está el tabaco brasileiro, por supuesto; en Costa Rica hay tabaco de calidad; la General Cigars acaba de sacar al mercado un delicioso Macanudo jamaicano; en San Andrés de Tuxtla, que es tierra de Conejos, México se da el famoso Negro San Andrés; en Connecticut y Pensilvania, Estados Unidos, bueno, demandadísimo y caro; hay un Kentucky dulce y fuerte que se está incorporando a ligas añejado en barricas de Bourbon; en Florida están empezando a cultivar capa y luego están, fuera de América, Camerún, Indonesia y Java…

¿Tienen esta otra foto?

¿Cuál es el mejor tabaco del mundo? Si tienes ustedes cojones, lo dicen… Pero me lo argumentan, ¿vale? No me anden con proclamas que para eso ya tenemos a los políticos de Mandrilia.

– ¿Cuál es el mejor tabaco del mundo, Radamés?
– Depende.
–  Yo te voy a decir cuál es el mejor tábaco del mundo: el del valle del Cibao, República Dominicana.
– ¿Y por qué?
– Porque es el único que incorpora en su formulación más de 10 mil millones de ELE CASEI INMUNITAS... Contados