Soy el malo (Luca Brasi) - Burkina the revist

Soy el malo (Luca Brasi)

En mi tiempo de portavoz de Fumadores por la Tolerancia, mi David Torres, ese fino esteta de San Blas (por cierto, felicidades, que hoy es San Blas) porque los de San Blas son un poco como de Bilbao, me apodó el Luca Brasi del tabaco.

Yo me descojono, porque adoro al personaje, ese asesino despiadado con pinta de rinoceronte con sombrero, pero que produce ternura cuando se le ve nervioso, dubitativo, ensayando lo que le va a decir al Padrino antes de que lo reciba el día de la boda de su hija Connie. En el lado malo, mi apodo supone que la industria del tabaco sería como la eficaz familia Corleone.

Nada más lejos. La industria del tabaco no es ni una mafia ni, mucho menos, eficaz. Pero a mí me encantaba ser Luca Brasi y ahora que descanso con los peces, no se crean, lo miro con cierta nostalgia.

¡QUE NO!

David Torres es un lírico con guantes de boxeo, siempre lo he dicho.

Ayer le confesé a un amigo de mi hija Ana (8 años) que me dedico al tabaco. El niño abrió mucho los ojos y me dijo:

– Pero el tabaco es malo – porque en el colegio les están comiendo la cabeza todo el día con ese tema, lo cual me parece mal. Quiero decir que una cosa es educar y otra lavar el cerebro.

– No, niño, no me vengas con prosopopeyas. El tabaco es una planta. No es ni bueno ni malo. El malo soy yo. Soy Luca Brasi.

– Vale – me contestó el niño, antes de irse, pasando de mi culo, a seguir jugando con sus amiguitos.

Ayer conseguí enterarme, por fin, de lo que ha pasado en Rumanía, un país maravilloso en el que, hace unos meses el entendimiento entre las personas era posible: se podía fumar en bares, restaurantes y discotecas.

Pues que ya no se puede.

Las Autoridades Sanitarias, esa casta sacerdotal, esos levitas de la Gripe A, han extendido sus largos tentáculos por encima de los Cárpatos para esparcir su siniestra prohibición sobre Rumanía, como el virus Zika que en vez de empequeñecer bebés jibariza las libertades (las cabezas de los que defienden las prohibiciones no hace falta reducirlas más).

Han aprovechado la entrada en vigor de la Directiva Europea de Productos de Tabacos, la famosa TPD2, para endosar a los fumadores rumanos una prohibición que va más allá de todo lo razonable, porque mal está que un no fumador tenga que aguantar, por el artículo 14, a un maleducado echándole el humo en la cara (hablo de molestia, no de salud… La salud no entra en mi ecuación), pero peor, mucho peor, está que ahora no haya espacio ni privado ni público donde se pueda fumar a cubierto en toda Rumanía.

Ni privado ni público.

En una aplicación severa, rigurosa, de la ley rumana, se prohíbe el consumo de tabaco en todo espacio cubierto, independientemente de si la titularidad del mismo es privada o pública. Es decir, en tu casa, en la cocina de tu casa, también te pueden prohibir fumar. Entienden, además, las Autoridades Sanitarias, que un espacio cubierto son dos paramentos y un techo, mínimo.

Cágate lorito. Habrá que sacar a Drácula de paseo.

Con una ley así, las opciones que quedan son bien pocas. Ustedes dirán. El principal fallo de esta, como de la Ley Antitabaco Española, es generar un texto legislativo que no pretende regular un hábito implantado en la sociedad sino erradicarlo, educar a la gente por la vía del decreto legislativo. En eso, no hemos cambiado desde los tiempos de Franco, de Txautxesku (lehendakari), y las democracias occidentales no se diferencian en nada de Buthan.

Burkina es la verdadera libertad. En Burkina creemos firmemente en que la democracia educa, informa y conciencia sin necesidad de legislar, ni mucho menos prohibir o castigar, pero es que estos señores no se acaban de enterar.

La ley tiene más miga, pero esa reflexión de todo a cien la dejo para otro día. Que me alargo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio utiliza cookies para ofrecerle una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, acepta nuestro uso de cookies.