Lo mejor que puede pasar cuando Triny encuentra a Johnny es que empiece a sonar una música blandita, así como de ternasquillo, y fundido en negro. A partir de aquí, lo que sucede se sugiere, se intuye, pero no se muestra, porque siempre es mejor que cada uno le ponga a las tortillas el picorcito a su gusto.
Realizar un maridaje es, al fin y al cabo, fusionar dos géneros (al menos) que estén parejos en calidad y prestaciones, que se complementen bien para que el que lo está disfrutando se regocije trago a trago y calada a calada, que uno no borre al otro, sino que, como dice Khalil Gibran «permitid que haya espacios en vuestra unión, y dejad que los vientos dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, mas no hagáis del amor una prisión«.
No voy a negar que debemos tender a la búsqueda de la armonía entre el cigarro y el destilado, algo que, sin duda, hará que el deleite sea mayor, pero tampoco debe ser una obsesión, ni mucho menos una obligación, ni tampoco existen normas fijas para que la armonía, que es un término musical, se produzca. Dentro de ese «equilibrio de fuerzas y sabores» podemos tener en cuenta otros términos como la disonancia, la atonía, la falta de oído y, por supuesto, la fuga.
Más bien eso: fuga, como J.S.Bach, pero a lo viva la vida (y sin ir demasiado a misa). Ya sabéis que una fuga es un todo compuesto por partes que, aparentemente, se mueven con independencia dentro del conjunto sonoro y que, sin embargo, forman un armónico. Las partes no deben ser únicamente el cigarro y el destilado, sino también la compañía, el contexto, lo que se ha comido, el estado de ánimo, que el divorcio no te esté jodiendo la vida, la simpatía y profesionalidad del personal (o sus atribuciones físicas, si el divorcio te da igual). ¡TODO! Todo lo que hace de ese momento un instante sublime y alargado en el tiempo.
Me he enrollado, como siempre, pero quería animaros a que no os subliméis ante la voz experta, que aconseja, pero no ordena ni obliga: si a ti te gusta la coca-cola (que, en mi opinión, es un brebaje) y te estimula fumarte un cigarrazo como el Trinidad Vigía (VG: Torres, 110 mm x 54) con semejante porquería, eres rey de tus gustos y olé tus narices.
Anoche, se produjo esa armonía, en mi opinión, en el Club Pasión Habanos de Madrid, con los brand ambassador de Habanos, José Andrés Colmena, y de Diageo, Jorge Pineda, y tocamos el cielo del maridaje con una propuesta que yo os traslado (lo de las atribuciones físicas ya, si eso, lo ponéis vosotros): Trinidad Vigía con Jonnhy Walker Blue Label.
Dos outstanding stuff, dos máquinas, dos bestias y una oferta que hace llorar de gusto. Que, claro, vosotros diréis que si cuando Triny encuentra a Johnny no se produce la armonía, ¿cuándo? Pues es que ni entonces está garantizado, porque en esto el que cuentas sigues siendo tú.
El evento estuvo realmente entretenido y muy interesante, porque tanto Colmena como Pineda saben de lo suyo y tienen tablas para no dormir al personal. Estaba lleno hasta la bandera. Yo que vosotros me haría socio de Club Pasión Habanos (HAZ CLIC AQUÍ) para recibir con tiempos suficiente las notificaciones de las actividades y poder coger una plaza para uno de estos afterworks, que están bastante peleadas. Es una pena, pero, al final, la sede del Club da para lo que da.
Y, por cierto, muchas gracias a Pedro Merino. Como siempre, un placer.
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Javier, eres como el jefe de la que hablaban las dos secretarias en el viejo chiste. Escribes bien y rápido. De nada y el placer fue mío.
Y el chiste cuál es?
Dos secretarias en la oficina, pasa el jefe y dice una:
El jefe viste bien.
La otra contesta:
Y rápido.
Más viejo que el tabaco.
Jajajajaja, pues yo no lo sabía. Y sí es verdad que yo también me visto rápido. Rápido y a oscuras. Eso dice mi mujer.
Qué ganas tengo de que mis hijos se hagan un poquito mayores para poder ir a estos eventos. Siempre digo que a la próxima me apunto y vuelvo a engañarme…
Gonzalo, mejor engaña a tus hijos
Que bueno
¡Gracias mamá! Sí, amigos, el apellido no es coincidencia: es mi madre.