Cinco consejos para empezar - Burkina the revist Básicos del tabaco

Cinco consejos para empezar

La primera norma del mundo del tabaco es que casi todo es relativo y que casi todas las respuestas empiezan por depende. Hay tan pocos absolutos en este mundillo que hasta esta primera norma exige un «casi» que, claramente, indica que hasta la primera norma es relativa. Algunas normas son absolutas, y conviene seguirlas, porque tienen su sentido, lo que pasa es que se dan en forma de consejo. Al final, nos movemos por el mundo de los sentidos, donde la única ley es lo que se acomoda a tus gustos y nada más. Sin embargo, si estás empezando a acercarte a este producto maravilloso, te voy a ofrecer cinco consejos, que son consejos, para empezar con buen pie.

Son cinco normas básicas para que tú disfrutes al máximo de un tabaco, pero no son las tablillas de Moisés ni me las ha dictado una zarza ardiendo. Son conclusiones que yo he sacado fruto de mi propia experiencia, que no es poca, y que te pueden marcar un camino de optimización del placer de fumar… Si quieres, si te conviene, si te gusta… porque uno debe ser dueño de sus sensaciones y amo de sus gustos y ante eso, no hay experto, ni gurú (que los hay de verdad y de pega), ni humilde periodista (categoría en la que se encasilla quien esto firma) que te lleve la contraria.

CORTA POCO, PERO CON DECISIÓN

Es importante que pierdas el pánico al corte, ese que hace dudar a todos los fumadores noveles en el momento de bajar la guillotina. ¿Lo haré bien? ¿Lo haré mal? ¡Dale, Robespiere! No tiene tanta importancia. Hazlo con decisión y si lo cortas mal… De verdad te lo digo: ¡no pasa nada! Yo llevo años fumando y cortando tabacos y muchas veces me sale un corte que es para fusilarme al amanecer con mierda. ¡No pasa nada! Salvo que seas sommelier y el corte sea para el tabaco de María Antonieta de Regardez pas Touchez. ¡Qué presión! Igual te despiden si lo haces mal. Pero, si lo cortas mal, pues te lo fumas con el corte chunguete, toreas la situación y ya está.

Vamos a quitarle gravedad al hecho de cortar un cigarro. Hay muchos estilos, muchas maneras, todas correctas, pero lo único importante es cortar poco. ¿Por qué? Porque te permite rectificar. Nada más. Para mí, para mi muy particular gusto, y por mi experiencia, el mejor corte es el plano. Mirad qué corte más académico le hice el otro día a un Capitol Casino:

Sin miedo, que si lo cortas mal NO PASA NADA. No te van a señalar por la calle ni le van a poner precio a tu cabeza. Procura que sea un corte recto, eso sí, pero si te sale un poco torcido… ¡no pasa nada! Yo no salgo de casa con escuadra y cartabón para cortar un tabaco. Recuerda: corte pequeño, que te dé margen para rectificar. De hecho, con que le quites la tapita, vale. Con eso, el tabaco tira y no acumula sabor innecesariamente en la cabeza. ¿Y si es figurado (acabado en punta)? Lo mismo. Corte pequeño y recto. Con la posibilidad de darle otro corte a mitad de la fumada como os enseñaba en este vídeo:

ENCIENDE SIN PRISA

Con el tabaco cortado, bien o mal (ya te fustigarás luego en soledad), llega el momento de encender. ¿Cerillas? ¿Varas de cedro? ¿El mechero de los porros? ¿Dos palos y un poco de boñiga seca? También da igual. Lo suyo, lo bonito, lo entrañable casi, lo espectacular, y ojalá yo supiera hacerlo, es el cedro, porque, además, es un sabor del tabaco. Y, como dijo Manuela Romeralo en el podcast…

BURKINA THE ÑUS – EL PODCAST

… si lo secas un poco con un secador de pelo antes, mucho mejor. Yo no salgo de casa sin escuadra, cartabón y secador de pelo. Eso que dice Manuela es una verdad como una casa, pero déjaselo a los profesionales, como ella, que es magnífica. Aquí tienes el podcast si quieres escucharlo. Yo soy el fan número uno de Manuela Romeralo.

Lo práctico, es un encendedor tipo soplete o torch. Manuela dijo que ella usa uno con tres llamas. Evidentemente, ella, que sabe encender un tabaco con varas de «cerdillo», cuando fuma en su casa usa un soplete. Lo importante es que no achicharres el tabaco con el soplete, que no lo tortures: dale distancia y tómate tu tiempo.

No tengas prisa por encender el tabaco. No se va escapar y el encendido es parte del disfrute. Pues disfrútalo. Procura tener a la vista el pie del puro (la parte por la que se enciende). Apunta el mechero hacia el techo, no hacia el tabaco. Aprieta el botón y, entonces, dirige la llama desde la distancia, acercándolo poco a poco al puro. Procura prender toda la circunferencia. Que se ponga todo blanco sin chamuscar la capa.

Con distancia. Sin prisa. Páralo de vez en cuando. Sopla en el pie para darle aire y, así, alimentas el ascua y puedes ver cuánto te falta para que esté prendido del todo. Cuando ya esté completamente blanco el pie, puedes empezar a fumar (o lo puedes cortar, en el caso de que tú prefieras encender primero y, luego, cortar).

Con eso, y sin dar caladas, ya está encendido.

Así lo que hago yo, que no es norma, ni siquiera para mí, me voy adaptando a la circunstancia para encender el tabaco. Normalmente, uso un soplete de una sola llama. Más preciso, más lento, más trabajoso, pero más disfrutón. Lo prendo debajo de la nariz para que me suba el aroma del tabaco quemándose, que me gusta mucho. Y, a veces, para asegurarme, el último golpe de llama se lo doy en boca pero ¡soplo! No absorbo. Le doy aire al fuego a través del cañón del puro y lo avivo sin meter gas en su interior. Es, como digo, una opción más, no una norma.

Resumen: usa un soplete, dale distancia, hazlo despacio y enciéndelo entero. Y a disfrutar.

FUMA DESPACIO, FUMA EN LA MANO

«Una norma estricta», según Zino Davidoff, el creador de casi todo en el mundo del tabaco: fuma despacio y fuma en la mano. Ambas cosas. Un tabaco es una cápsula de tiempo. Su principal función es alargar tu tiempo, convertirlo en una dimensión cóncava, contagiándote de tranquilidad y de paz. No transmitas tu estrés al tabaco: deja que el tabaco te inunde de sosiego. Fin de las prisas. Todo ese tiempo es para ti.

Un robusto clásico, de 5×50, puede darte fácilmente una fumada de una hora. Distancia las caladas, hazlas amplias, pero no muy seguidas. Un puro no es un cigarrillo. Nada que ver. Zino recomendaba, además, «fumar en la mano», es decir, no sostener el tabaco en la boca más tiempo del necesario. Ambas cosas están relacionadas, porque si fumas demasiado deprisa o si sostienes el tabaco entre los dientes, lo calientas demasiado y puede dar sabores desagradables.

Esto, más que ninguna otra cosa en el mundo del puro, es muy personal y, por supuesto, todo está permitido. Pero disfrutarás más del tabaco, de su complejidad, de su sabor largo en boca, si consigues no ponerlo como el tubo de escape de una Rieju. Si el tabaco pasa demasiado tiempo dentro de tu húmeda, lo vas a dejar hecho una baba. De nuevo, si te gusta, adelante… A por ello. Hay muchos fumadores de disfrutan de esa rebaba condensada del final. Yo, particularmente, no.

¿Qué sucede? Que muchas veces, estás fumando y necesitas las manos libres para hacer cualquier otra cosa. La tendencia es llevarse el tabaco a la boca y sujetarlo con los dientes para poder usar las manos. Error. Para eso están los ceniceros o los posapuros… Ahí ya te digo que tienes que procurar colocar el tabaco de manera que la parte encendida quede al aire, para que no se te apague por el lado que está en contacto con el cenicero. Yo, como soy un desastre, tengo mi pequeño recurso:

Lo poso sobre el cortapuros y así el pie está al aire y no se me apaga por un lado, lo que haría que la quemada fuera irregular. De todas formas, si fumas despacio, el tabaco se te puede apagar. No pasa nada. Lo liberas de ceniza y, en la mano (no en la boca), le das fuego otra vez por toda la circunferencia y a fumar.

Si se te apaga muchas, muchas veces, es por un problema de construcción y es otro tema. Pero si se te apaga el tabaco alguna vez… ¡No pasa nada! Es normal.

FUMA PARA ATRÁS

A fumar se aprende, que nadie se agobie, porque hasta Eladio Díaz y Alejandro Robaina aprendieron a fumar. ¿Y sabéis cómo? Fumando. Conviene empezar por cigarros no demasiado grandes y no demasiado fuertes, porque hay que acostumbrar boca y nariz a la presencia del humo.

Yo lo respeto todo y que cada uno haga con el tabaco lo que más le guste y más satisfacción le proporcione. Todo es admisible y nada es pecado. Debo insistir en esto, porque no pretendo, ni mucho menos, trazar una línea en la tierra para que los buenos se pasen a este lado. Por ejemplo, una cosa que mucha gente dice con cierto desprecio: «Esta persona es fumadora de anilla», refiriéndose a que le gusta fumar caro y enseñarlo… Pues perfecto y cuantos más, mejor. Cada uno tiene que encontrar en el tabaco lo que le satisface. Y si lo que le gusta a esa persona es lucir sus Cohiba, pues ole.

También veo mucha gente en Instagram que hacen vídeos, de esos que se llama «reels», que dan una calada al tabaco y, casi inmediatamente, dejan salir el humo de la boca despacio y sensualmente. Pues me parece bien, también. Estupendo.

Pero no están fumando. Están haciendo otro uso, legítimo y perfecto del tabaco, pero no le están sacando todos los sabores al humo que se meten en la boca. Para eso, para fumar obteniendo el máximo, hay que llevarlo atrás (donde están los amargos y los ácidos) y hacer el retronasal, pasar el humo, sin tragárselo, por la nariz.

En la nariz tienes los aromas y vas a apreciar mejor la fortaleza y la pegada, ambas cosas, del tabaco. Y en la boca, en toda la boca, tienes los cinco sabores (con el sabroso incluido). Si no llevas el tabaco atrás, activarás el dulce y el salado en caso de que el tabaco dé dulce y salado. Pero nada más.

Fumar para atrás. De nuevo, poco a poco, despacio, verás que aprendes con la práctica. A mí me sale de forma natural, sin tragarme el humo, pero no siempre fue así. Yo también me encendí en una ocasión mi primer tabaco y tampoco sabía qué hacer con el humo en la boca. A fumar, como he dicho, se aprende fumando y tú mismo te vas a ir dando cuenta de que le sacas partido e irás identificando notas, poco a poco, siempre que lo lleves atrás y lo expulses por la nariz.

Si no, pues, bueno, es otra manera de disfrutar con el tabaco. También está perfecto, siempre que te guste.

Y NO… ¡NO! NO AGUANTES LA CENIZA

Sin duda, una ceniza compacta, bonita, larga y que aguanta toda la fumada en su sitio, tiesa como el acero de Leovigildo, es sinónimo de que el tabaco está bien construido. Gran verdad. Pero, ¿qué necesidad hay de comprobarlo cada vez que fumas? Quiero decir, esto es cierto, pero ¿somos fumadores o trabajamos en el control de calidad de una fábrica?

Mi consejo es: relájate y disfruta del tabaco sin someterlo a un examen cada vez que enciendes uno. Lo normal, esté el tabaco bien construido o no, es que si aguantas demasiado la ceniza se acabe desprendiendo y cayendo donde no debe, ya sea en el pantalón o, peor, en la camisa (te la puede quemar) o en el mantel y lo pones todo perdido.

Parte del principio de que el cigarro está bien hecho, que suele ser así (aunque en este mundo todas las marcas, todas sin excepción, fallan alguna vez) y cuando tengas un dedo de ceniza, más o menos, con delicadeza, apóyala sobre el cenicero y, sin darle golpes al tabaco (que no es un cigarrillo), libérala e, inmediatamente, dale una calada para asegurarte de que la combustión sigue siendo buena y regular.

En este vídeo puedes ver hasta dónde aguanto yo la ceniza. Y, aún así, constantemente se me cae encima… Ya estoy cansado de que el tabaco me queme camisas.

Sé práctico. No aguantes la ceniza más de lo necesario. Fumar un tabaco no es un eterno concurso de cenizas largas. Y si es por mala construcción, por escasez de tabaco o por cualquier otra razón, no te preocupes que la ceniza se te va a caer encima sí o sí y, entonces, ya podrás sacar tu conclusión y ponerle nota al fabricante.

RELÁJATE Y DISFRUTA

Estos cinco consejos ilustran de alguna manera mi muy particular forma de fumar tabaco. La mía. La que a mí me funciona y me va bien y eso no quiere decir, ni mucho menos, que otros fumadores, con más o con menos experiencia que yo, que lo hacen de otra manera lo estén haciendo mal. Para nada.

Mi consejo es que lo hagas así, como he dicho en este artículo, pero tú aprenderás a hacerlo, si es que no sabes ya, como a ti más satisfacción te dé. Y estará bien hecho, porque no hay mayor experto en tabaco que aquel que sabe cómo le gusta.

Ahora, espero que, si te estás iniciando, estos consejos te valgan para que tú, después, encuentres tu propio camino. Me daré por satisfecho. En general, si no eres profesional del tabaco, el mejor consejo es el que se intuye de fondo en los cinco anteriores: relájate y disfruta. Para eso es el tabaco. No es una competición, no es un trivial ni un concurso de la tele, no es obligatorio percibir las notas de musgo, de tierra ni de pimienta blanca ni nada de eso. Esas notas están, no lo dudes, y se te manifestarán cuando menos te lo esperes, pero para eso debes dejar que el tabaco te acompañe, no que sea el protagonista de la fumada.

El protagonista de la fumada, en realidad, eres tú. Relájate y disfruta de tu tabaco.

8 comentarios de “Cinco consejos para empezar

  1. Miriam Alfonso dice:

    Muy útil su artículo, habrá incluso quien no conozca las funciones de un Sommelier, No de Habanos, uno como Manuela y otros dedicados al arte de bien conocer tipos de servicio y atender muchos años a disímiles clientes, también los admiro y me siento en deuda con su aprendizaje. En la mesa, hay muchos protagonistas, cuando fumamos o bebemos son esos productos los mejores protagonistas en la escena por eso cada persona escoge a su actor. Muy instructivas sus 5 reglas.

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      Muchas gracias, Miriam. Yo he tenido la suerte de conocer a algunos sommelier tremendos profesionales. Siempre me quito el sombrero delante de ellos. Saben mucho y lo saben comunicar, una de ellas es Manuela, pero David Cagigas, por ejemplo, que hace conmigo el podcast… Es otro máquina. Por eso creo que hay que animar a la gente a disfrutar del tabaco sin intentar ser un sommelier todo el tiempo. Ellos son profesionales. Es distinto.

  2. Diego J. Galán dice:

    Muy buen artículo, no sólo para nóveles. Me he dado cuenta que que hay pasos que tengo que rectificar (los referentes a no calentar el cigarro, aspirar en vez de soplar…) Gracias y un saludo.

    • JAVIER BLANCO URGOITI dice:

      Si lo disfrutas, Diego, no tienes que rectificar nada, aunque sí es verdad que creo que lo disfrutarías más si intentaras no calentar mucho el tabaco. Se va a calentar, en cualquier caso, porque tiene ahí la brasa, pero no ponerlo como un tizón ardiendo. Un abrazo

  3. Pablo García-Ramos dice:

    Magnifico tutorial. El fumador -novel o iniciado- debe tomar sus propias decisiones según su criterio y no dejarse llevar por reglas no siempre escritas. Me gusta eso que dices de llevarse el tabaco «atras», y añado que no menos de un tercio del cigarro.
    Gracias por tu magisterio tan provocador y tan poco dogmático. Se agradece.
    Un abrazo

  4. JCasabell dice:

    Desde que estoy introduciéndome en este mundillo, estoy encontrando muchas más normas sobre la libertad, el disfrute y el respeto por el gusto personal que lo contrario. En otros ámbitos que he explorado como la fotografía o el dibujo ya te digo yo que no es así. Hay mucho más talibán frustrado que lo que estoy viendo entre los humos. Supongo que en todo esto tenéis mucho que ver «divulgadores» como tú y muchos otros que por suerte sois accesibles en la red. Un saludo.

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